Análisis

Ha vencido la libertad

JOSEBA ARREGI

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Y no pido perdón por no utilizar la palabra paz. Con el comunicado en el que ETA anuncia el cese de la confrontación armada -¿con quién?- los ciudadanos vascos y españoles recobramos la libertad. La libertad de poder vivir sin escoltas, pero sobre todo recobramos la libertad de ejercer el derecho a la diferencia

-de opinión, de sentimiento de pertenencia, de identidad- sin ver por ello amenazada nuestra vida.

Es un día de gran orgullo por la victoria de la libertad contra su gran enemigo en Euskadi y en España. Ha vencido la libertad gracias al Estado de derecho que ha cumplido con su deber a lo largo de los últimos largos años. La función del Estado de derecho radica en proteger la vida, la libertad y el derecho de los ciudadanos. Y eso es precisamente lo que ETA ha querido impedir, y ha impedido asesinando a más de 800 personas.

ETA tenía miedo a la libertad, a los ciudadanos vascos libres. Por eso mataba. Porque no quería una sociedad de ciudadanos libres, de ciudadanos que se tomaban en serio su derecho a pensar con libertad, a sentir con libertad, a opinar en libertad, a vivir la diferencia interna a la sociedad vasca con toda libertad. La Euskal Herria cuyo reconocimiento reclama ETA en el comunicado es un lugar fantasmagórico en el que no existe libertad alguna, en el que no existe sitio para nadie que no pensara como ETA y Batasuna.

Hoy es un día para celebrar la victoria del Estado de derecho y la democracia contra ETA. Nada de lo que ha sucedido los últimos días, esa escenificación que solo sirve para tapar la falta de altura de ETA en el momento de la derrota, para hacer aparecer a esta como algo que se ha producido en mesas, conferencias, negociaciones y no se sabe qué más cosas, puede ocultar la verdad del momento: ETA no ha hecho más que confirmar lo que comenzó a producirse desde el momento en el que el Estado decidió utilizar todos sus medios legítimos para defender la democracia, el derecho y la libertad frente a los liberticidas. El comunicado de ayer, del que solo vale la confirmación de su derrota -aunque la camuflen-, es el punto final de una historia que se empezó a escribir cuando las víctimas reclamaron visibilidad en la sociedad vasca, cuando Zapatero propuso el pacto por las libertades y contra el terrorismo, cuando el PP, el PSOE y el Gobierno de Aznar firmaron dicho pacto y en su secuela aprobaron la ley de partidos políticos, cuando, gracias a todo ello, se acabó el mito de la imbatibilidad de ETA.

Ahora toca gestionar la libertad recuperada. La democracia, en definitiva, no es otra cosa que la gestión diaria de la libertad, del pluralismo, del derecho a la diferencia. Ahora que hemos recobrado la libertad nos toca defenderla con uñas y dientes contra todos aquellos que nos quieran imponer proyectos totalitarios, excluyentes, contra todos aquellos que siguen soñando con una Euskadi homogénea en el sentimiento de pertenencia, que no saben qué hacer con el pluralismo y la complejidad estructurales de la sociedad y de la identidad vasca.