enojo en las filas socialistas

El PSC tacha de «desleal» la actitud del 'president'

ALBERT OLLÉS
BARCELONA

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Aunque el nuevo Govern de la Generalitat cumple hoy su primera semana de vida, el PSC empieza a cargarse de razones para plantearse un cambio de contexto en referencia al «modélico» traspaso de poderes con CiU -como lo definió el propio Artur Mas- y el pacto de colaboración entre ambos partidos que permitió la investidura del nuevopresident.

La primera traición a ese espíritu de mano tendida la vivieron los socialistas, como aún recuerdan amargamente, al conocer -el mismo día que José Montilla entregó a Mas el informe con las cuentas de la Generalitat- que Ferran Mascarell se pasaba al bando enemigo. La segunda en la frente tuvo lugar el martes a cuenta del déficit. Y tampoco ha sentado nada bien en la cúpula el «maquillaje», según afirman, de la cifra de altos cargos para hacer escarnio público del hipotético afán despilfarrador del tripartito en época de crisis (más información en la página 15).

«Si CiU busca el camino de la confrontación, de las excusas de mal pagador y de inflar globos para intentar que su travesía financiera del desierto sea más cómoda, se encontrará con nuestra oposición más radical», dijo ayer a este diario el presidente del grupo del PSC en el Parlament, Joaquim Nadal. Una advertencia que, de momento, se queda en eso, ya que a renglón seguido quiso matizar que todavía queda un margen para la esperanza antes de plantearse la ruptura del pacto.

REACCIONES «PRIMARIAS» / Sea como sea, la temperatura que registra el termómetro que mide las relaciones entre los dos partidos empieza a acercarse peligrosamente al frío polar y dirigentes destacados del PSC no dudan en calificar de «desleal» la actitud exhibida por Mas en los últimos días. Las mismas fuentes muestran su «sorpresa» por lo que consideran un debut del Govern marcado por la «improvisación» y con reacciones excesivamente «elementales» y «primarias», pese a que la victoria de CiU en las elecciones parecía asegurada desde hace tiempo, lo que le dio un margen de tiempo para ir preparando su retorno a la Generalitat.

Los dirigentes socialistas consultados coinciden en no entender tampoco a donde quieren llegar Mas y su equipo con la táctica actual de generar un «alarmismo injustificado» que, consideran, puede convertirse en un bumerán envenenado que perjudique los intereses económicos del Govern y de Catalunya.

«Un presidente de la Generalitat ha de ajustarse a la realidad, pero debe hacerlo generando confianza en el exterior para no perder crédito ante los mercados internacionales», advirtió ayer un diputado del PSC preocupado por la escalada de declaraciones de miembros del Ejecutivo alertando de la delicada situación financiera de la Administración catalana y de la necesidad de acometer recortes sociales drásticos.

Ante esta perspectiva, el desenlace dramático empieza a parecer inevitable. Lo que no significa que vaya a producirse de forma inminente, ya que la legislatura acaba de empezar y ni siquiera ha empezado la actividad ordinaria en el Parlament, prevista para mediados de este mes. A partir de ese momento, cuando ya esté en marcha el primer periodo de sesiones plenarias y se hayan constituido las diferentes comisiones parlamentarias, es cuando se podrá constatar de una forma progresiva si el acuerdo firmado por el PSC y CiU en la Cámara catalana se convierte o no en papel mojado.