MIRADOR

Las lagunas de Mas

JOAN Tapia

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Ayer dije que el nuevo equipo de Artur Mas no es el Govern dels millors, pero que es correcto y que, de entrada, merece un aprobado. Está bien incorporar a un economista de prestigio como Andreu Mas-Colell -iba para premio Nobel en Harvard pero volvió a la Pompeu Fabra-, flanqueado por dos prácticos: el hasta ayer alcalde de Sant Cugat, Lluís Recoder, el primer cargo público de CiU los últimos años, y Xavier Mena (Esade). Es inteligente lo de Felip Puig (la voz del partido), así como reciclar a Quico Homs y Germà Gordó, dos fieles de la travesía del desierto. También el ascenso de la democristiana Joana Ortega, vigilante y socia de David Madí, y el de Irene Rigau, que pactó con PSC y ERC la ley de educación.

Pero hay sombras. La primera es la escasa presencia de mujeres. No es que deba cumplirse siempre la corrección del 50%, pero, se mire como se mire, tres mujeres es poco. Indica cierta falta de sensibilidad. Y la sensación de regresión solo se corrige parcialmente nombrando una vicepresidenta. Poner a Ortega en las fotografías que antes ocupaba Josep Lluís Carod-Rovira, es un acierto político (y estético). Y es la primera vez que una mujer ocupa el segundo puesto en el Govern, pero...

Otro error es suprimir la Conselleria de Treball e integrarla en el antiguo macrodepartamento de Josep Huguet (se le quita universidades y se añade trabajo). Xavier Mena será competente para la empresa, pero su interés por las relaciones laborales es limitado. Y en un momento de fuerte crisis, la gestión del paro, las políticas activas de desempleo, la formación profesional, los Eros y el contacto diario con los sindicatos son claves. Notaremos la ausencia de la activa Mar Serna.

Puestos a ahorrar, lo racional era fusionar Justícia, cuya competencia básica son las prisiones, con Interior (creo que así lo había pensado Mas). Además, la consellera Pilar Fernández Bozal es el gran misterio. Nombrar a quien, como abogada del Estado, recurrió el referendo de Arenys indica amplitud de miras. Está bien. Pero su currículo la hace más apta para el Consell de Garanties Estatutàries que para vigilar presos.

En cambio la impresión sobre Boi Ruiz, el nuevo conseller de Salut, es positiva. No tiene la mano política de Marina Geli y es presidente de la Unió Catalana d'Hospitals, patronal de clínicas mayormente concertadas, pero se subraya su conocimiento del sector y su capacidad de interlocución (militó en UGT).

Ya hablé de Ferran Mascarell. El PSC se revuelve y en parte está en el guión, pero calificarlo de «traidor» es una truculencia. Y cuando Joaquim Nadal dijo que tendría problemas de conciencia no pude evitar la sonrisa. ¿Se ha sentido siempre bien Nadal los últimos siete años con decisiones del tripartito que incluso ha defendido en rueda de prensa?