EL AMBIENTE EN EL HEMICICLO

Un beso y un adiós

Aplausos en funciones 8 José Montilla, Josep Lluís Carod-Rovira y Joan Saura, ayer en sus escaños.

Aplausos en funciones 8 José Montilla, Josep Lluís Carod-Rovira y Joan Saura, ayer en sus escaños.

TONI SUST
BARCELONA

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Ernest Benach acudió ayer llorado al Parlament. En su último día en la Cámara catalana, presenció desde la tribuna de autoridades su relevo por parte de Núria de Gispert. Antes fue a TV-3 a explicar que la víspera, cuando se despidió del personal que ha tenido bajo su mando, se emocionó. «Ayer [por el miércoles] lloré mucho», precisó.

Cuando acabó la sesión, salió con una media sonrisa, acompañado por la secretaria general de la Cámara, Imma Folchi, que cumplió con la tradición de escoltar al presidente saliente hasta la calle y se despidió de él con afecto. Ya fuera, Benach se detuvo y miró al edificio con cara de nostalgia. Y tras tanto escándalo por si tuneó o no su coche oficial, regresó a la vida civil: se fue en su coche particular, un Nissan Murano. Como todos los presidentes salientes, tenía a su disposición un vehículo -no el que ha utilizado estos años, que al mediodía pasó a ser de De Gispert- para regresar a su domicilio. Renunció.

Benach no debió de ser el que lo pasó peor. Quizá los más incómodos fueron los consellers y el president salientes, condenados a asistir en primera fila a la ceremonia de su defenestración. Y aún les queda la investidura. De las 16 personas allí sentadas, solo cinco seguirán como diputados: los socialistas Joaquim Nadal, Montserrat Tura, Marina Geli, Ernest Maragall y Joaquim Llena. Un exconseller convergente rechazó la compasión: «Peor fue lo nuestro en el 2003. Tuvimos que ver cómo nos sustituían a pesar de que habíamos ganado».

Entre las caras nuevas, destacó una chaqueta, la de color rojo pasión seguro que así salgo por la tele que se puso la presidenta del PPC, Alicia Sánchez-Camacho. Empática, espetó al nacionalista Felip Puig: «¡Tienes mi móvil!». Se refería a que comparten modelo, no al número.

Otro foco de atención fue Joan Laporta. Al expresidente del Barça se le vio languidecer poco a poco en su escaño. Quizá comprendió de golpe que el Parlament, en términos de aburrimiento futbolístico, equivale a un partido de la liga italiana. En cambio, triunfó considerablemente su compañero de partido Toni Strubell, el diputado más votado en el pleno de constitución. Es decir, el único que recibió apoyos en todas las votaciones. Los cuatro diputados de Solidaritat Catalana -él mismo, entre ellos- le votaron tres veces; como candidato a presidente del Parlament, vicepresidente y secretario. Así, obtuvo 12 votos en total. Pocos, sí, pero dos más que Jordi Miralles, candidato fallido de ICV-EUiA a una secretaría de la Mesa.

Fotos de familia

El tedioso transcurrir de las votaciones acompañó la tristeza de unos y la euforia de otros, que se tradujeron en gestos. El ecosocialista Francesc Baltasar dejó el hemiciclo a toda prisa, el primero. De Gispert se demoró un rato para fotografiarse con su familiares.