Unas elecciones decisivas

¡Se está hablando de ti!

Contra la creencia generalizada, en la campaña no solo hubo descalificaciones, sino propuestas

JOAQUIM MOLINS

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Hemos llegado ya al final de la campaña electoral, y en estos días hemos leído y oído que, a lo largo de estas semanas, hemos hablado de todo (sexo, trifulcas, insultos, independentismo...) menos de lo que, en la coyuntura actual, más preocupa a los ciudadanos: de su situación económica derivada de la crisis profunda que vivimos, del paro. En definitiva : de ti y tus problemas.

Francamente, no estoy de acuerdo. A lo largo de esta campaña se ha hablado sobradamente, por ejemplo, del llamado déficit fiscal de Catalunya, los aproximadamente 20.000 millones de euros (es decir, 3.340.000.000.000 pesetas; tres billones trescientos cuarenta mil millones de las antiguas pesetas) que cada año se van y no vuelven; es decir, salen de los impuestos pagados en Catalunya y no vuelven en forma de servicios, o infraestructuras para Catalunya, sino que se reparten por el resto del Estado.

Cuando se habla de esto se habla de ti, de tu calidad de vida, de tu puesto de trabajo, de tu educación, de tu seguridad, de las ayudas que puedes (o no) recibir, de los transportes públicos, de las infraestructuras, de la calidad de las prestaciones sanitarias, etcétera. Y se está hablando de ti, independientemente de que seas joven o mayor, hables en catalán o en castellano, tengas padres catalanes de 10 generaciones o estés viviendo aquí desde hace cuatro días. Estamos hablando de ti, votes a CiU, al PP, al PSC, a ERC, a Ciutadans; votes en blanco o no votes: hablamos de ti, de algo que directamente te afecta.

Lo mismo ocurre cuando decimos que queremos decidir sobre nuestros aeropuertos, nuetros puertos, sobre las grandes infraestructuras del transporte, o de las energéticas. Porque decidir sobre esto es hacerlo sobre nuestra competitividad, y esto te afecta a ti, a todos los que vivimos en Catalunya.

También en estos días hemos oído que, cuando se hablaba de esta cuestión (del pacto fiscal), alguien (el señor Montilla, la señora Sánchez-Camacho) decía : «No nos lo darán». No pidamos imposibles, no volvamos a poner Catalunya ante un objetivo imposible. ¿No veis que ellos, el resto de España, no pueden prescindir de este dinero, que lo necesitan?, vienen a decir.

Y nosotros, ¿no lo necesitamos? ¿O es que nosotros, siete millones de personas, podemos prescindir de 20.000 millones de euros (3.000 euros por persona y año) y ellos (47 millones) no pueden prescindir de 425 euros por persona y año? Nosotros debemos seguir prescindiendo de «mucho» (3.000 euros/año) porque «ellos» no pueden prescindir de «un poco» (425 euros/año)?

Si de algo estoy seguro, si algo he aprendido en los 21 años de mi vida que he dedicado a la política activa (14 como diputado en Madrid, siete como conseller de la Generalitat) es que la fuerza política, económica, social de una Catalunya actuando unida es imbatible. Si somos capaces de ir juntos a defender esto -que es de justicia, que lo necesitamos para tirar adelante como personas y como país-, nadie podrá oponerse más.

Ya está claro que no nos lo regalarán; que no nos lo darán solo con buenas palabras: únicamente la voluntad firme de una mayoría amplia de catalanes lo logrará.

Conformar esa gran mayoría es la tarea de los años que empiezan con las elecciones de mañana. Por este motivo, estas no son unas elecciones entre izquierdas y derechas, entre catalanistas e independentistas: son unas elecciones entre el pasado y el futuro del país, un futuro mejor, fruto de una voluntad decidida de muchos y muchos.

No son las encuestas las que deciden la composición del Parlament, sino los votos de mañana.

Y, ahora, una última reflexión puramente práctica. Las encuestas ya se han acabado, ya no sirven para nada. Los escaños del Parlament de Catalunya, que servirán para elegir al president de la Generalitat y su Gobierno, se repartirán proporcionalmente los votos que cada uno reciba en las votaciones que se desarrollan mañana, no en función de lo que decían las encuestas. Perogrullo puro, pero no lo olvides: solo tú, con tu voto, decides.

Si votas a favor de una determinada opción, votas en positivo, optas, eligiendo al que tú quieres.

Pero, ¡ojo! Si votas en blanco, o si no votas, también estás eligiendo. Porque de hecho tu voto en blanco o tu no voto (tu abstención) es un voto en favor de alguien, siempre favorece a alguien.

No tienes ni idea de a quién, pero favoreces a alguien. Porque el reparto de escaños se hace en función de la proporción de los votos sobre el total, no en función del número de votos recibidos en términos absolutos, sino en términos relativos sobre el conjunto.

Y, así, los votos en blanco o las abstenciones acaban convirtiéndose en un voto a favor de alguien, posiblemente a favor de aquel a quien menos habrías querido votar. He aquí cómo esa actitud de voto de castigo, esa «patada simbólica al sistema» se convierte en un puntapié ..., pero en tu propio culo (con perdón).

Vota el domingo: es una obligación que tienes contigo mismo. Para participar en la construcción de tu futuro, para no castigarte. Exconseller de la Generalitat.