La herencia que deja el tripartito

Lo que no hizo CiU

No solo se han hecho cosas que nunca antes se hicieron, sino que se realizaron de forma diferente

JOAN SAURA

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Creo sinceramente que aquello por lo que será valorado el actual Gobierno de la Generalitat, lo que diferenciará mejor los siete años de Gobierno plural de izquierdas de los gobiernos de CiU, no será simplemente que se hayan hecho más cosas -que también-sino que se han impulsado políticas diferentes que no se habían hecho en 23 años.

Es preciso recordar que los que defendían el liberalismo económico y el dinero fácil de la especulación capitalista nos han llevado a la crisis económica más grave que recordamos en décadas. Vivimos una situación muy difícil para las capas medias y dramática para amplios sectores populares. En este contexto, el Gobierno plural de izquierdas ha defendido estos sectores, impulsando políticas que poco tienen en ver con las que hacen los gobiernos de derechas en otros países o incluso los socialistas cuando gobiernan en solitario, como en el caso español.

¿Hace siete años alguien podía pensar que España aprobaría, aunque fuese a regañadientes, un nuevo Estatut para Catalu-nya con más competencias y mejor financiación? ¿Que demostraríamos que son innecesarios los trasvases del Ebro o del Ródano? ¿Que se rehabilitarían más de 140 barrios degradados con la llamada ley de barrios? ¿Que cambiaríamos la tendencia de privatización y la enseñanza pública aumentaría del 59% al 65%? ¿Que centenares de miles de familias recibirían ayudas para la vivienda? ¿Que se doblaría el gasto en servicios sociales? ¿Que seríamos punteros en reciclaje de los residuos o que habría nuevos parques naturales y una nueva política de preservación del territorio? ¿Que habríamos sustituido en toda Catalunya la Policía Nacional y la Guardia Civil por una policía propia, doblando el número de agentes y alcanzando un reconocido prestigio a partir de la exigencia profesional y la tarea de proximidad? ¿Que se habría producido un cambio cultural ante problemas de seguridad como los accidentes de tráfico o la violencia machista, condición previa para luchar con éxito contra estas lacras sociales? ¿Que el cuerpo de bomberos y la protección civil superarían el semiabandono que sufrían? ¿Que por fin habría políticas públicas de recuperación de la memoria democrática?... Y así podríamos seguir con un lista inacabable.

Esta construcción de la Catalu-nya social y ecológica se concreta también en cómo se afronta la crisis. Mientras unos aún la negaban, aquí ya se actualizaba el Pacto de Entesa con nuevas prioridades de gobierno. Mientras unos recortaban derechos sociales e inversiones, aquí se mantenían e incluso se ampliaban algunas ayudas, becas, más cursos de formación para parados, etcétera. Mientras unos recortaban los ingresos por impuestos directos, aquí se aumentaban para las grandes fortunas.

¿Quiere decir eso que todo lo hemos hecho bien? Evidentemente que no y siempre hay cosas que mejorar, pero la orientación y el balance global es este y no hemos respondido a ningún otro interés que al de los sectores sociales y los valores que representemos. Como se dice coloquialmente, podemos haber metido la pata alguna vez, pero no la mano. No solo se han hecho cosas que no se habían hecho nunca, sino que también se han hecho de manera diferente. Nunca se habían publicado los nombres y los sueldos de todo el personal eventual, ni se había hecho una auditoría externa y pública sobre los informes encargados, ni los medios públicos de comunicación habían trabajado con tanta libertad. Se han impulsado procesos participativos en torno a grandes decisiones de gobierno y se ha buscado el más amplio consenso social aprobando cinco pactos nacionales: infraestructuras, inmigración, educación, vivienda e investigación y desarrollo. Más el acuerdo estratégico 2008-2011 «para la internacionalización, la calidad de la ocupación y la competitividad de la economía».

Sin embargo, una fuerte campaña propagandística ha desvirtuado el valor de la pluralidad de un Gobierno amplio de coalición. Hace cuatro años, el PSC, ERC e ICV-EUiA sumábamos un millón y medio de votos, mientras CiU no alcanzaba un millón. Todos sabemos, además, que tres profesionales diferentes analizan mejor un problema que uno solo. ¿Quién representaba mejor, pues, la voluntad de los ciudadanos? Solo desde una precaria cultura democrática y el desconocimiento de lo que sucede en Europa se puede seguir manteniendo que un solo partido representa mejor a todo un país.

La sociedad catalana se siente de izquierdas. En la última encuesta del CEO, un 34% se definía así, más un 19% de centroizquierda, por un 18% de centro y un 14% de derechas. Así pues, estas solo pueden ganar si el electorado de izquierdas no va a votar. Por ello es preciso que todo el mundo se defina en la confrontación de intereses que hay. No hay que resignarse ni tampoco dejar que otros decidan por nosotros. Está muy claro qué queremos hacer y con quién: conseguir un giro a la izquierda del Gobierno, con nuevas reglas del juego para mejorar su funcionamiento, y políticas más de izquierdas y ecologistas, para que la crisis no la paguen los de siempre. Un cambio de modelo de desarrollo, no un triste retorno al pasado.

*Presidente de ICV y conseller de Interior, Relacions Institucionals i Participació