El adiós de la escudera

«¿Vendréis a mi toma de posesión en el Consejo de Estado?»,preguntó ayer María Teresa Fernández de la Vega a los periodistas. Un día después de conocerse su nuevo destino, la exvicepresidenta primera del Gobierno seguía asumiendo el cambio de vida que va a tener que encajar a partir de la próxima semana. Los focos dejarán de alumbrarla y las jornadas sin límites en la Moncloa serán sustituidas por el ritmo tranquilo del máximo órgano consultivo del Ejecutivo.

De la Vega se despidió del cargo con una comparecencia en la Moncloa al mediodía. Agradeció a todos -desde el Rey hasta las organizaciones de mujeres y los sindicatos- su colaboración durante los seis años que ha estado en el Gobierno. También tuvo palabras cariñosas para el presidente, José Luis Rodríguez Zapatero: le dijo que había sido«un privilegio» compartir con él«la ilusión por un proyecto social comprometido con los ciudadanos y de progreso». «Siempre ha merecido la pena, hasta en los momentos más duros»,subrayó.

Con la maleta hecha

De la Vega aseguró más tarde, en una conversación informal con la prensa, que su relevo no le había pillado por sorpresa.«Como vicepresidenta política, siempre le he dicho las cosas a Zapatero. Yo lo animé a hacer los cambios»,afirmó. No mencionó si puso su cargo a disposición del presidente en esa conversación del domingo, cuando el jefe del Ejecutivo le telefoneó para decirle que estaba decidido a llevar a cabo la reestructuración, o ya lo había hecho con anterioridad. Sería difícil de creer, teniendo en cuenta su dedicación.«¿Le dijo alguna vez que estaba cansada?», le preguntó un periodista, que recordó que estaba al frente de tres áreas: Ministerio de la Presidencia, vicepresidencia y portavocía.«Nunca, nunca»,aseguró.«Una, cuando pertenece a un Gobierno democrático, siempre tiene la maleta hecha», había declarado minutos antes ante las cámaras.

La exnúmero dos del Ejecutivo empezó a hacer el traspaso a sus sucesores el mismo miércoles, en una reunión de seis horas con Alfredo Pérez Rubalcaba, el flamante vicepresidente primero. Y ayer por la mañana le tocó el turno a Ramón Jáuregui, el nuevo ministro de la Presidencia, con quien departió durante cuatro horas. La semana próxima, De la Vega se despedirá del grupo socialista en el Congreso de los Diputados y de sus colaboradores en el partido. Después, dijo, empezará a acostumbrarse a su nueva vida.