El saqueo de una institución

Colom torea al Parlament

Àngel Colom discute con Joan Ferran (de espaldas), en el Parlament.

Àngel Colom discute con Joan Ferran (de espaldas), en el Parlament.

JOSE RICO
BARCELONA

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Àngel Colom logró ayer lo que nadie en la comisión del caso Palau había conseguido: sacar de quicio a los diputados y marcharse por donde había entrado sin aclarar nada. Empezó y terminó su intervención con andanadas contra la comisión, el mejor bálsamo para el partido en el que ahora milita, Convergència, que halló a un aliado para desacreditar el trabajo del Parlament. El exlíder del Partit per la Independència (PI), hoy secretario de inmigración de CDC, no aportó nada nuevo. Recordó su fugaz contacto con Fèlix Millet, a quien no conocía, pero de quien obtuvo 75.000 euros en un visto y no visto. ¿Y quién le llevó hasta el jefe del Palau? Dos amigos cuyos nombres se negó a dar. Solo reveló que no eran militantes de CiU.

En realidad, Colom no defraudó a su condición de político y al hecho de ser el único cargo de partido llamado a declarar en la comisión. Bregado en la arena parlamentaria en los tiempos en que dirigía ERC, desde el primer minuto mostró ganas de guerra: «Me extraña que me hayan convocado si acotaron la comisión a la financiación de CDC. Debe de ser que tiene algo de tribunal político. ¿Por qué vengo yo y no el conseller Castells?». Colom erró en su preparada pregunta retórica por solo unos minutos. Poco antes de su diatriba, el Parlament había anunciado que el titular de Economia comparecería en la comisión.

Le faltó tiempo al diputado de CiU Jordi Turull para recoger el guante y explicarle a su compañero de filas por qué estaba allí. «Porque usted se hizo militante de CDC y eso le hizo entrar en el eje del mal». La semilla del enfrentamiento entre los grupos estaba sembrada. El PSC eligió bien al interpelador. El diputado Joan Ferran, azote del independentismo, puntualizó que su presencia estaba justificada. «Existía un laboratorio de reciclaje de dinero que acababa en varias terminales de CDC. Y usted es una de estas terminales».

El caso Palau parecía ya solo una excusa para el combate puramente electoral. «Yo no conocía a Millet, pero él sí me conocía a mí porque yo en el 2000 ya había hecho muchas cosas». Enumeró su currículo: Assemblea de Catalunya, Pax Christi, Marxa per la Llibertat, Crida a la Solidaritat... Hasta el Tribunal Constitucional y el Estatut salieron a colación entre tanta proeza catalanista.

«Me avalaba mi trayectoria», prosiguió Colom, que fue a tocar el punto débil (o fuerte, según se mire) de Ferran: «Una trayectoria al servicio de esa costra nacionalista a la que usted le tiene tanta manía». La mecha había prendido: «Tendrá ocasión de hacer mítines dentro de unos meses. No me explique sus batallas en el puerto de Barcelona con los barcos y la patria dividida...», respondió un molesto Ferran.

INTERROGATORIOS / A partir de entonces, Colom se mostró irritado por la insistencia de los diputados en preguntarle aquello que una y otra vez no contestaba. Acusó a los partidos de plantearle «interrogatorios», lo que obligó al presidente de la comisión de investigación, Pere Vigo (ERC), a recordarle en varias ocasiones que el Parlament no es ni una comisaría ni un tribunal.

«Ustedes quieren obtener una respuesta que ya tienen prefijada: CDC es culpable. Pues no. CDC es inocente. No busquen tramas extrañas», recomendó a los parlamentarios. Cuando terminaron los «interrogatorios», Colom solicitó un epílogo para señalar que se había sentido como un hereje ante la Inquisición. Vigo le cortó sin fijar condena.