Accidente nuclear // Iniciativa para pasar página

Palomares decide sacar tajada de las bombas 43 años después

Tornillo del avión que chocó en Palomares.

Tornillo del avión que chocó en Palomares.

SARA GONZÁLEZ
PALOMARES / ENVIADA ESPECIAL

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Hasta el bañador de Fraga colgado en una vitrina podría servirle a la población de Palomares para sacar tajada y quitarse el estigma que arrastra desde que en 1966 cayeron sobre sus campos cuatro bombas termonucleares americanas casi 100 veces más potentes que las de Hiroshima. Esta pequeña pedanía almeriense, cansada de sufrir las consecuencias de ser señalada como una de las zonas más radiactivas del planeta, quiere pasar página y sacar rendimiento de su peculiar y milagrosa historia construyendo sobre los terrenos afectados un museo que recree el suceso junto a un parque temático nuclear.

Los vecinos de Palomares están hartos de tener que vender sus frutas y hortalizas ocultando su origen y de ver a su costa desaprovechada por culpa de aquel 17 de enero en que en sus cielos un B-52 con cuatro bombas atómicas chocó contra un avión nodriza que iba a repostarle. Al impactar contra el suelo, dos de las bombas se incendiaron y liberaron más de 20 kilos de plutonio. Hasta entonces, Palomares apenas aparecía en los mapas. Los habitantes no padecieron ningún daño, pero sí las repercusiones que tuvo el accidente en su imagen exterior.

LAVADO DE CARA / «Nuestra población ha sufrido muchísimo. La historia no se puede borrar, pero hay que darle la vuelta para que lo que hasta ahora ha sido malo sea bueno», afirma Jesús Caicedo, el alcalde de Cuevas de Almanzora, del que depende Palomares. El proyecto prevé construir, antes del 2012, un museo que recoja el suceso de las bombas. El alcalde pidió a Estados Unidos, hace unos meses, la desclasificación de fotografías y vídeos. Réplicas de los artefactos y de los aviones accidentados también formarían parte de la exposición junto a historias entrañables, como la dePaco el de la bomba, el pescador que ayudó a encontrar la bomba que cayó en el mar.

El bañador con el que por entonces ministro de Información y Turismo, Manuel Fraga, se dio un chapuzón en la playa de Quitapellejos para alejar el miedo a la radiactividad podría ser una de las piezas estrella del museo. «Se lo pediré. Más de una vez ha dicho que aún lo tenía», dice Caicedo, Aludiendo a la buena salud del exministro, añade bromeando: «Podríamos patrocinar la costa diciendo: Báñese en Palomares y llegará a los 90 años con la cabeza lúcida».

CULTURA Y CIENCIA / Junto al museo está previsto construir un parque temático que explique la evolución y las ventajas de la tecnología nuclear. El objetivo de este complejo «histórico, cultural y científico» es atraer nuevos turistas y generar más empleo en la pedanía. El alcalde de Palomares anticipa que el proyecto podría estar liderado por el premio Príncipe de Asturias y codirector de Atapuerca Eudald Carbonell.

La instalación se ubicará en la que hoy se conoce como lazona cero, donde cayó una de las bombas. Primero será necesario rehabilitar y limpiar la zona. A día de hoy, los cerca de 1.400 vecinos de Palomares conviven con unas 30 hectáreas de terrenos vallados que, según el Centro de Investigaciones Energéticas, Medioambientales y Tecnológicas (Ciemat), tienen una radiación superior a lo permitido aunque sin un riesgo radiológico significativo para la población. Las dosis que reciben las personas en las zonas contaminadas son similares a las de tres radiografías de tórax al año o exponerse al sol durante tres días de verano.

Los análisis que cada año se realizan a una muestra de los cuevanos no evidencian afectaciones importantes e incluso la incidencia media de muertes por cáncer en Palomares está un punto por debajo de la media. «Cuando me preguntan si Palomares está contaminado digo que sí. Está contaminado de buenas playas, de buenas frutas y hortalizas y de buena gente. Quien viene a vivir aquí no se va. Será el plutonio, que los hace adictos», dice el alcalde, quien recuerda, además, que una parte importante de la preciada y exquisita gamba roja de Almería se pesca en la costa de Palomares.

ANÁLISIS Y EXPROPIACIONES / El Ciemat ha realizado durante los dos últimos años un exhaustivo estudio y un mapa radiológico con los índices de contaminación de cada zona que obligó a expropiar nuevos terrenos que hasta el 2006 habían sido cultivados y que ahora están cerca de otras plantaciones. Fuentes del Ciemat aseguran que el problema de Palomares «es un tema que este Gobierno quiere solucionar». El Consejo de Seguridad Nuclear debe determinar cómo se afronta la rehabilitación y la limpieza de los terrenos. Para ello, aseguran, cuentan con una «colaboración total» de Estados Unidos.