RECUPERACIÓN DE LA MEMORIA HISTÓRICA

León rastrea la pista de los catalanes fusilados en la ciudad para honrarles

JOSE RICO
BARCELONA

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

«Se busca catalán fusilado en León durante la guerra civil». Este ficticio anuncio reproduce el llamamiento que está haciendo en Catalunya desde hace varios meses una asociación memorialista de León. Su intención es identificar y recoger los datos correctos de 1.873 republicanos, muchos de ellos catalanes, que fueron asesinados por el bando franquista entre 1936 y 1939 en esa ciudad. A cada uno se le honrará con una placa personalizada con sus datos, y todas ellas formarán una gran capilla laica, un monumento sin precedentes en España que se inaugurará, según las previsiones, el próximo otoño en el cementerio de León.

El ayuntamiento, la Asociación de Estudios sobre la Represión en León (AERLE) y el Foro por la Memoria concluyeron en mayo el censo de la fosa común del cementerio de León, con un número de víctimas de la guerra y el franquismo superior a 1.600. Desde ese momento, la lista de represaliados está expuesta a correcciones por parte de los familiares de las víctimas en la página web http://capillalaica.wordpress.com.

En cada placa figurará, además del nombre y los apellidos del fusilado, su edad, su origen y la fecha de su muerte. El silencio y la opresión impuestos por el régimen franquista motivaron que los datos de muchos republicanos se perdieran en el tiempo. En el caso de los republicanos catalanes, esta información sufrió una represión añadida. Los nombres y apellidos eran castellanizados sin criterio científico alguno. Valls pasaba a ser Valle, Rusinyol se convertía en Ruiseñor y Tarragó era sustituido por Tarragona.

SIN DOCUMENTACIÓN / En este último caso se encontró el padre de Enrique Tarragó, un vecino de Barcelona que ha servido de altavoz en Catalunya de esta búsqueda de víctimas republicanas en León. Su progenitor combatió en el frente catalán hasta la caída de la capital, en enero de 1939. Con 29 años, fue trasladado a León, donde sería asesinado a finales del mes de febrero. «Les enviaban al punto más lejano posible», afirma Tarragó. Por eso, con Aragón y Catalunya en manos de los franquistas, León fue el punto de destino de muchos republicanos catalanes.

Y la mayoría de ellos, como el padre de Tarragó, fueron recluidos, hasta la hora de su sentencia de muerte, en el campo de concentración de San Marcos, uno de los que más presos albergaron, desde el 25 de julio de 1936 hasta bien entrada la posguerra. El edificio que acoge hoy un lujoso parador de turismo –el Hostal de San Marcos– fue una prisión que vio entrar, en 1639, al escritor Francisco de Quevedo por sus opiniones políticas. Tres siglos después se repitió la historia, pero con 7.000 hombres y 300 mujeres. La diferencia fue que la mayor parte de ellos salieron del recinto camino de su muerte.

Aquellos que habían militado en partidos y sindicatos izquierdistas o republicanos sufrieron el escarnio añadido de ser paseados por la ciudad hasta el lugar de su ejecución. A sus familias, además, se les condenó al total anonimato. La presidenta de AERLE, Encina Cendón, nieta de un paseado, explica que este grupo de personas no fueron inscritas en ningún registro, por lo que su destino final fue una incógnita para los familiares durante mucho tiempo.

«Era una forma de ensañarse con ellos: les hacían desaparecer de los archivos para hacer creer que nunca existieron», asegura Cendón. Tarragó encontró información de su padre en el archivo militar del Ferrol, adonde viajó la inmensa mayoría de la información relacionada con los paseados de León. Por si hubiera pocos problemas, a la ausencia de referencias o la castellanización de los apellidos, se sumó el hecho de que muchas mujeres fusiladas figuraban como hombres. Varios historiadores locales han explicado en libros la dura experiencia de los prisioneros, y sobre todo de las prisioneras, de San Marcos.

CONSEJO DE MINISTROS / Precisamente el antiguo campo de concentración fue el lugar escogido por el Gobierno para iniciar su ofensiva por la recuperación de la memoria histórica. En julio del 2004, José Luis Rodríguez Zapatero llevó a su tierra el Consejo de Ministros que aprobó el resarcimiento de las víctimas de la guerra civil y el franquismo.

Aunque la capilla laica fue ampliamente elogiada, el camino hasta su construcción ha sido bastante tortuoso. El Ayuntamiento de León aprobó por unanimidad la iniciativa en marzo del 2005, con la intención de que el recinto fuera inaugurado en el plazo de un año. Pero pasado ese tiempo solo se había colocado la primera piedra, y ninguna más. Problemas en la financiación de la obra fueron retrasando su ejecución. Aún no hay fecha exacta para su apertura, pero todo indica que la deuda histórica con los paseados se podrá saldar el próximo otoño.