La historia de Gibraltar, la última colonia de Europa

Desde 1704, España ha pugnado por recuperar el Peñón, militarmente y a través de la diplomacia

ANDREAS GONZÁLEZ / BARCELONA

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"El Rey Católico, por sí y por sus herederos y sucesores, cede por este tratado a la Corona de Gran Bretaña la plena y entera propiedad de la ciudad y castillo de Gibraltar, juntamente con su puerto, defensas y fortaleza, dando dicha propiedad absolutamente para que la tenga y goce con entero derecho y para siempre, sin excepción ni impedimento ninguno".

La historia inglesa de Gibraltar, la única colonia que pervive en Europa, arrancó oficialmente el 13 de julio de 1713, con la firma del Tratado de Utrecht, que puso fin a las hostilidades entre España y Gran Bretaña tras la guerra de sucesión desencadenada con la muerte de Carlos IIel Hechizado.

La Paz de Utrecht sancionó lo que ya era una realidad desde agosto de 1704, cuando las tropas del almirante George Rooke ocuparon la Roca e izaron la bandera británica. Desde entonces, España ha pugnado por recuperar el Peñón, militarmente durante los primeros años y, después, a través de la diplomacia.

Cláusulas anacrónicas

La firma de un tratado como el de Utrecht sería impensable en el contexto actual, por anacrónico. El texto establece que no se permitirá "por motivo alguno que judíos ni moros habiten ni tengan domicilio" en Gibraltar y, si se aplicara al pie de la letra, la frontera que separa el Peñón de La Línea de la Concepción llevaría tres siglos sellada: "Quiere el Rey Católico que la dicha propiedad se ceda a la Gran Bretaña [...] sin comunicación alguna abierta con el país circunvecino por parte de tierra".

Según el texto, España tiene derecho preferente para intentar comprarla: "Si en algún tiempo a la Corona de la Gran Bretaña le pareciere conveniente dar, vender o enajenar de cualquier modo la propiedad de Gibraltar, se ha convenido [...] que se dará a la Corona de España la primera acción a otros para redimirla".

Pese a reivindicarlo, la historia demuestra que Gran Bretaña no ha tenido inconveniente en saltarse el Tratado de Utrecht cuando le ha convenido. En 1909, levantó la verja de Gibraltar, a la que había concedido en 1830 la denominación de "colonia del Reino". Londres también aprovechó la guerra civil española para, en 1938, apoderarse del istmo que separa el Peñón de la Península y construir un aeropuerto, ocupando terrenos no contemplados en la Paz de Utrecht y declarados zona neutral en 1730.

Las pretensiones de Hitler

Tras el fracaso de la Conferencia de Hendaya, Franco no autorizó en 1941 al Ejército de Adolf Hitler a cruzar España para invadir Gibraltar. El Tercer Reich había diseñado una operación, bautizada con el nombre en clave de Unternehmen Felix (empresa Félix), para ocupar la colonia y controlar desde ella el tráfico de barcos de guerra por el Estrecho.

En 1956, el régimen de Franco planteó el problema de Gibraltar por primera vez ante la Asamblea de Naciones Unidas. Desde entonces, la ONU ha aprobado seis resoluciones en las que criticaba la situación colonial y emplazaba a Gran Bretaña y España a una solución definitiva.

A partir de 1953, cuando la reina Isabel eligió Gibraltar para finalizar su viaje de bodas, enojando a Franco, el conflicto se agravó. Gran Bretaña dirigió sus esfuerzos en los siguientes años a dotar a la colonia de autogobierno, lo que se formalizó en 1969 con la aprobación de la Constitución de Gibraltar. En respuesta, Franco cerró la frontera a las 22.30 horas del 8 de junio de ese año, y no volvería a abrirse hasta la llegada al poder Felipe González. Primero a los peatones, en 1982, y sin limitaciones tres años más tarde.

En 1987, Gran Bretaña celebró un referendo entre los gibraltareños --que no aceptaron ni la ONU ni España-- cuyo resultado fue favorable a continuar bajo dominio británico. En noviembre del 2002, el 98,97% de los gibraltareños rechazó que el Reino Unido y España compartieran la soberanía sobre el Peñón.