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Opinión | Transporte
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El nuevo disco de 'movilidad sostenible'

Entiendo al alcalde, el hombre no puede estar en todo, ocupado como está en cambiar el nombre de plazas y calles que no le gustan y en disputar a Bakú el título de ciudad más sucia del mundo

Dues persones passegen pel parc de la Devesa de Girona.  | RUBEN GARCA / ICONNA

Dues persones passegen pel parc de la Devesa de Girona. | RUBEN GARCA / ICONNA / 5

Si hay una tradición arraigada en las fiestas de mi ciudad, es la de restringir durante las mismas la circulación de autobuses, de manera que quienes viven en los barrios no puedan acceder al centro. El centro de Girona, lo digo para quienes no tienen la suerte de conocerlo, está limitado a ciclistas, turistas y gerundenses-de-toda-la-vida, los habitantes del extrarradio no son bienvenidos allí. No lo son nunca, pero mucho menos durante las fiestas. En la mayoría de ciudades en fiestas, el transporte público se incrementa, y en unas pocas se deja igual al considerar que, aunque haya más ciudadanos que quieren moverse, eso no es motivo para gastar más dinero en su comodidad. Pero solo existe una que, el día que las calles están colapsadas de coches -otra tradición es que toooda la provincia se desplace a la capital el 1 de noviembre-, que aparcar es una utopía y que conducir es un ejercicio de paciencia infinita, ese día deja al mínimo la frecuencia de autobuses. Para la CUP que (hace como que) gobierna la ciudad, movilidad sostenible es el nombre de uno de los grupos musicales que tocaron durante las fiestas. Imaginen un país gobernado por esa tropa.

Estuve 52 minutos esperando pacientemente que un autobús -el que fuese, ya me daba igual de qué línea, como si me llevaba a la playa- se detuviera -o al menos pasara, para saludarle- en la parada. Al minuto 53 me despedí de las dos señoras que también aguardaban en vano, y me fui andando. Uno es todavía joven, o eso cree, pero las señoras no estaban para ponerse a caminar, como tantos otros ciudadanos, por razones tan variopintas como edad, achaques, acarrear niños, transportar lo que sea o porque sí. Entiendo al alcalde, el hombre no puede estar en todo, ocupado como está en cambiar el nombre de plazas y calles que no le gustan y en disputar a Bakú el título de ciudad más sucia del mundo, no tiene tiempo de acordarse de que hay quien no vive en el centro y le gustaría pisar la ciudad en fiestas, sin molestar mucho a los señoritos, no se preocupe usted.

Quienes habitan los barrios periféricos no son ciudadanos, de hecho ni siquiera son gente, son seres semovientes que mejor harían quedándose en su hábitat y dejando el centro de la ciudad a quien lo merece por cuna. Pero como eso no puede decirse porque la gente es muy sensible y se ofende por todo, mejor dejarles sin transporte público y que se jodan. El resto de ciudades, catalanas y españolas, deberían tomar ejemplo.

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