La productividad, clave de nuestro futuro
Mientras otros países europeos han sabido modernizar su economía y multiplicar el valor añadido de sus empresas, aquí hemos avanzado poco e incluso casi retrocedido
El problema de productividad de la economía española se concentra en un 40% de las empresas

El nivel de productividad y eficiencia medio de la empresa en España baja 5,05 puntos respecto a 2023 / Shutterstock
La productividad no es una cifra abstracta ni un término reservado a la jerga de los economistas. Se trata, en realidad, del concepto que mide la relación entre los recursos utilizados y el valor que se obtiene de ellos. Así pues, una mayor productividad comporta la capacidad de generar más y mejores bienes con el mismo esfuerzo e incluso con menos. Una productividad baja significa que dedicamos demasiados recursos a generar aquello que otros producen con mayor facilidad. En definitiva, una productividad baja elimina cualquier atisbo de competitividad y de crecimiento económico.
Nuestra productividad determinará si Catalunya será capaz o no de ofrecer a sus ciudadanos mejores salarios, empleos de calidad y un bienestar duradero. Con mayor productividad podremos mirar hacia el futuro con esperanza. Sin ella, corremos el riesgo de quedar atrapados en un estancamiento que ya dura demasiado.
Los datos son contundentes: en más de dos décadas, nuestra productividad apenas ha crecido. Mientras otros países europeos han sabido modernizar su economía y multiplicar el valor añadido de sus empresas, aquí hemos avanzado poco e incluso casi retrocedido. Y las consecuencias se perciben en el día a día: sueldos que suben lentamente, jóvenes que deben buscar sus oportunidades en el exterior, inversiones que dudan en venir o que se demoran, y una innovación tecnológica insuficiente.
Pero no estamos condenados a este destino. Desde Foment del Treball hemos impulsado el Plan de Productividad y Competitividad, una hoja de ruta que identifica los obstáculos y propone soluciones. Se trata de un informe extenso, que reivindica la necesidad de una fiscalidad previsible y competitiva que dé confianza a quienes arriesguen e inviertan. Habla de vivienda accesible para que los jóvenes puedan vivir y trabajar aquí. Reclama unas infraestructuras capaces y suficientes para conectarnos con Europa y el mundo; exige la disponibilidad de una energía suficiente y asequible, y postula un mercado laboral más eficiente y con menos absentismo. Y habla, sobre todo, de innovación, digitalización y formación, porque el futuro se construye con talento y con preparación.
Este plan no es un informe más. Es una llamada vigorosa en pro de la acción conjunta de empresas, sindicatos, administraciones y sociedad civil. Porque la productividad no depende de un solo actor, sino del esfuerzo compartido de todos los que queremos una sociedad más próspera.
La alternativa es clara: si no actuamos ya, seguiremos atrapados en el estancamiento; pero si reaccionamos, podremos aspirar a un mayor crecimiento, a más empleo de calidad y a una sociedad más cohesionada. Catalunya cuenta con empresas dinámicas, con universidades y centros de investigación de prestigio, con un talento joven que pide paso. No podemos permitir que esa energía se pierda, ni podemos pensar que todo se arreglará sin esfuerzo por nuestra parte.
La productividad no es un lujo ni un capricho. Es la palanca que nos permitirá ganar el futuro: garantizar salarios dignos, ofrecer oportunidades reales a los jóvenes y asegurar un crecimiento inclusivo, que no deje atrás a nadie. Ese es el reto y también la esperanza que debemos abrazar como país.
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