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¿Es Sánchez 'el Rey ahogado'?

Al 'oficializar' el fin de la mayoría parlamentaria, Waterloo deja al presidente paralizado. Y puede tener que tirar la toalla. Entonces quizás acaben mal los dos: Sánchez y Puigdemont

Sánchez y Puigdemont: los 5 momentos de una relación de idas y venidas que acabó en ruptura

El líder de Junts, Carles Puigdemont, compareix davant la premsa a Perpinyà, ahir. | DAVID BORRAT / EFE

El líder de Junts, Carles Puigdemont, compareix davant la premsa a Perpinyà, ahir. | DAVID BORRAT / EFE

Hay una ley de hierro que dice que en una democracia el Gobierno debe aprobar los presupuestos. Sí, se puede olvidar un tiempo. Pero gobernar con los presupuestos de la anterior legislatura (caso Sánchez) es casi imposible porque es ignorar una superior ley de hierro de la democracia: que no se puede gobernar sin mayoría parlamentaria. Pasado el verano, Sánchez estaba menos mal que en julio mientras que Feijóo sufría por el auge de Vox en las encuestas. Además, Sánchez, contra pronóstico, logró sacar los decretos-ley sobre Israel y la movilidad sostenible, clave para recibir parte de los fondos de regeneración europeo. ¿Y si a la mayoría de la investidura solo le había pasado como al río Guadiana, que se eclipsa algunos tramos y luego reaparece?

La decisión de Puigdemont del lunes de romper con el Gobierno y pasar a la oposición lo cambia todo. Cierto, Puigdemont nunca fue un apoyo sólido y él lo explicitó varias veces. Ahora es distinto. Ha 'oficializado' que la mayoría ha muerto. Le faltan, como mínimo, los siete diputados de Junts. Podemos estar pues ante un bloqueo total. Sánchez no podrá ser derribado porque una moción de censura debe ser constructiva -con un candidato a presidente- y Junts no lo pactará con el PP y Vox, pero al mismo tiempo no podrá aprobar nada. ¿Cómo saldrán, por ejemplo, los decretos-ley necesarios para seguir recibiendo los fondos europeos que Sánchez dice que son más importantes que los presupuestos? Si nada cambia -y en política, y con Puigdemont, todo es posible-, vamos hacia un bloqueo total. El Gobierno no puede caer, pero tampoco aprobar nada. Puigdemont 'dixit', podrá ocupar poltronas, pero no gobernar.

Fèlix Riera me dijo, hace justo un mes, que en el ajedrez se daba alguna rara vez un desenlace parecido, el del 'Rey ahogado'. Quien iba ganando la partida no lograba matar al Rey, pero el Rey iba quedando cada vez más arrinconado y al final no se podía mover. Perdía por parálisis. Es lo que le puede pasar a Sánchez, que los problemas acumulados sean tantos, y la falta de mayoría parlamentaria tan permanente (nada de Guadiana), que tenga que tirar la toalla en la primera mitad de 2026.

Es difícil que Puigdemont haga marcha atrás. Cierto, está irritado. No tiene la amnistía y no entiende que Marchena (el Supremo) la retrase tanto. ¿Puede imponerse el Supremo, contra el Ejecutivo, el Legislativo, e incluso el Constitucional durante 17 largos meses? En junio de 2024, Puigdemont no creía que tendría que 'mantener' Waterloo tanto tiempo y dirigir desde allí un partido bastante heteróclito. También está irritado porque Collboni, que quedó segundo, fue elegido alcalde con los votos del PP y de los Comuns. Le habían dicho que Trias, que tuvo un concejal más, sería impuesto por la presión de Sánchez-Llibre. E incluso del otro Sánchez (Pedro). ¿Le engañaron? Y Salvador Illa, que 'pujolea', con el 'maldito' PSC, está 'españolizando' Catalunya. Contra lo pactado con el PSOE en Suiza.

Pero no rompe por estar irritado, sino por algo más profundo: está asustado. Las encuestas dicen que Orriols le está robando muchos votos y sus alcaldes están nerviosos. Creen que necesitan defender “la ley y el orden” (menos inmigración y más seguridad) y que esto es imposible si Junts sigue apoyando un Gobierno izquierdista que alienta la inmigración, tolera la 'okupación' y Yolanda enerva a las pymes. Y si Junts pierde alcaldías, su 'autoridad', el único punto de cohesión de Junts, se puede resquebrajar. Todo esto agrandado por un hombre solitario que ve fantasmas y cree que hay una conspiración contra él.

Aunque Puigdemont puede errar. Ya pasó cuando para no 'fallar' al independentismo entusiasmado, convocando elecciones en 2017, decidió la Declaración Unilateral de Independencia (DUI) que, pocas horas antes, había dicho en el Govern que sería un fracaso. No quería, pero cambió la Generalitat por Waterloo. Ahora no quiere una moción de censura -aunque sea solo para disolver el Congreso- porque sabe que sus siete diputados son hoy la bisagra imprescindible, su décimo de lotería. Y que podría perderlo tras las elecciones.

Pero si Sánchez es el 'Rey ahogado' acabará tirando la toalla. Y entonces pueden acabar mal los dos: Sánchez y Puigdemont.

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