Se busca clase media
Los que son más ricos que nosotros vienen a hacer gasto, pero también a subir los precios de la vivienda. Los que son más pobres lo tienen mucho más difícil que los de antes para desembocar en nada parecido a un estrato medio

Barcelona 06/09/24 Barcelona. Ambiente de fiesta, terrazas llenas, turistas y muchedumbre en ciutat vella a altas horas de la noche. Las terrazas no respetan el horario de cierre. Para reportaje: Vecinos de Ciutat Vella piden que la Guardia Urbana priorice las quejas por ruido en Barcelona. LUGAR: Las Ramblas a las 23:45. AUTOR: MANU MITRU / MANU MITRU / EPC
Es interesantísimo lo que leemos hoy en estas páginas. Un informe encargado por el Ayuntamiento de Barcelona concluye que la llegada de población extranjera aumenta el doble en comparación con Madrid, Valéncia y Palma desde 2010 y suma el 35,4% del censo. Sólo así se ha evitado que el desplome de la natalidad autóctona haya dejado las calles, no diré vacías, pero sí sensiblemente menos concurridas.
Yo noto en este informe encargado por el ayuntamiento -que, insisto, es interesantísimo- cierto tufillo no diré triunfal pero sí algo preelectoral. Como si nos quisieran convencer (y no miro a nadie…) de que la llegada de tantos extranjeros es siempre por buenas razones y solo trae ventajas.
Pues depende. Es como el tema del turismo. Ahora mismo el turismo responde del 14% del PIB de Barcelona. Imposible pasarse sin él. Claro, entonces las molestias que provoca en las zonas más 'tensionadas' -pienso en mi barrio, Ciutat Vella, o en los vecinos del Park Güell- no se ven igual si vives del turismo que si vives de cualquier otra cosa.
El mismo estudio concluye que la gente que viene, o es mucho más rica o mucho más pobre que los locales. Entonces, va por barrios: unos se 'manhattanizan' y se llenan de 'expats', otros recuerdan los suburbios de Bombay. Claro, en un mundo ideal solo llegaría clase media. Pero de eso, precisamente, tenemos cada vez menos. Ni extranjera, ni nacional.
Barcelona ha pasado de engordar demográficamente gracias a la inmigración nacional (extremeños, andaluces, murcianos…) para hacerlo con la transnacional. La moraleja es tentadora: si pudimos integrar una vez, ¿no vamos a poder volver a hacerlo? Dejémonos de xenofobias y de puñetas, abramos los brazos y a trabajar.
Ay, pero igual no es tan fácil. Es muy bonito emocionarse viendo 'El 47'. Pero, en la práctica, todavía nos peleamos entre nosotros, entre los nacidos aquí, por hablar catalán o castellano. ¿Qué imagen vamos a dar a las visitas mientras no resolvamos esto?
Y espérate que no hemos acabado. La masiva inmigración nacional de hace décadas llegó buscando un ascensor social, y, aunque no siempre, en muchos casos lo encontró. Se podía empezar en una chabola y acabar siendo profesor de universidad.
Muchos que llegan ahora no está tan claro que vayan a seguir el mismo camino. Los que son más ricos que nosotros vienen a hacer gasto, pero también a subir los precios de la vivienda y de otras cosas. Los que son más pobres lo tienen mucho más difícil que los de antes para desembocar en nada parecido a una clase media. O viven de las ayudas, o de trabajos de mala muerte, o de algo peor.
Y no, no estoy diciendo que todo inmigrante irregular tenga que ser fatalmente un delincuente. Sí digo que es más fácil que lo acabe siendo si llega a una ciudad que, bajo sus brillantes cromados 'progres', esconde un alarmante desprecio hacia su propia clase media. Démosle una vuelta. Igual todavía estamos a tiempo.
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