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Opinión | Dos recuerdos
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Permanyer y Balletbò

Los dos fueron periodistas muy singulares y distintos. Y ambos han contribuido a conformar la Catalunya actual, mucho mejor que aquella en la que iniciaron su actividad

Muere a los 86 años Lluís Permanyer, periodista y cronista de Barcelona

Muere a los 81 años Anna Balletbò, exdirigente del PSC

La periodista i política Anna Balletbò. | JULIO CARBÓ

La periodista i política Anna Balletbò. | JULIO CARBÓ

El periodista Lluís Permanyer y la diputada y empresaria Anna Balletbò fallecieron la pasada semana. Habían pasado los ochenta (86 y 81) y su personalidad y su empuje han contribuido a la conformación de la Catalunya actual. La que se inicia con aquella manifestación de “Llibertat, Amnistia i Estatut d'Autonomia” y se acelera con la muerte del dictador y las primeras elecciones libres desde 1936. La Catalunya de 2025 no es el 'desiderátum', pero ha avanzado mucho. En el uso de la lengua catalana, en libertades -todavía más, en la de las mujeres-, en la democratización de la cultura, en progreso económico y en bienestar social.

Conocí a Lluís Permanyer en 1971. Lluís era un joven redactor de la sección internacional de 'La Vanguardia' que dirigía Horacio Sáez Guerrero y quería ayudar -con cautela y no sin miedo- a “avanzar”. Creo que su ilusión era ser corresponsal en París, pero los diarios son como son y se quedó en Barcelona. Y dedicó toda su sabiduría a que fuéramos una ciudad cosmopolita, abierta a la cultura y moderna. Que estuviera orgullosa de su urbanismo y de sus artistas. La última vez que le vi fue un casual y agradable encuentro un sábado por la tarde en la Fundación Miró. En el ayuntamiento le leían, le escuchaban…e incluso le temían. Sin Lluís Permanyer, que ha donado su cuerpo a la ciencia, Barcelona no sería Barcelona. No es París, pero…

Anna Balletbò era una fuerza desencadenada. Y feminista. Fue fundadora de Convergència Socialista -la matriz del PSC- y diputada veinte años en Madrid, donde se hizo respetar. No solo porque logró que los golpistas del 23-F la dejaran salir del Congreso por el embarazo de sus famosos mellizos sino porque era la termita catalana. Y logró que Felipe González la designara para la Comisión Internacional de los Veinte que debía reformar la ONU. Allí se empapó de política mundial y luego fundó la Fundación Olof Palme. En Barcelona. Un imposible, pero no para Anna.

Estuvo muy cerca de Raimon Obiols y después de Miquel Iceta. Dos líderes muy distintos, pero Balletbò creía en el patriotismo de partido. Sin partidos arraigados no hay democracia. La traté más cuando el 'procés' y me impactó. Sabía escudriñar muy bien la espesa situación. También era empresaria y cuidaba sus hoteles, pero su inquietud humanitaria la llevó a ocuparse de Palestina e incluso a tener un hotel en Gaza. Y era tan firme en la defensa del PSC como en la del papel de las empresas en la creación de riqueza. Por eso fundó las Jornadas Económicas de S´Agaró -con el apoyo de la Cambra- para conectar al PSC con el empresariado catalán y el mundo de Madrid. Catalunya no se acababa en el pujolismo. Ni en el Cercle. No tenía horas y cuando quería algo casi siempre lo lograba. Por eso fue sucesivamente consejera -nada decorativa- de TV3 y de TVE.

En el tanatorio su hijo recordó que decía: “Pararé cuando me muera”. Hubo mucha gente para despedirla. Entre ellos Eugeni Giralt, su exmarido y compañero del PSC, y los 'presidents' Montilla e Illa.

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