El casino argentino, a la orden del crupier Trump
Milei profundizará su experimento libertario tras ganar las legislativas y ahondar la crisis del peronismo, cuyo desastre inflacionista sigue fresco, entregándose en manos del Gobierno norteamericano
La coalición de Milei gana contra pronóstico las elecciones legislativas en Argentina
Trump y Bessent celebran y sienten como propia la victoria de Milei en las elecciones de medio mandato de Argentina

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, recibe al presidente argentino, Javier Milei, el pasado 14 de octubre en la Casa Blanca. / WILL OLIVER / EFE
Argentina transmitió durante el último mes, antes de las elecciones del domingo 26 de octubre, un fenómeno de ilusión óptica, sustentado en dos percepciones. En las elecciones locales de Buenos Aires, celebradas deliberadamente en fecha diferente –desdoblada- de las elecciones legislativas previstas para este pasado domingo, 26 de octubre, La Libertad Avanza (LLA), el partido del presidente Javier Milei, sufrió una derrota catastrófica ante el peronismo, representado por el gobernador peronista Axel Kiciloff, potencial candidato a las presidenciales de 2027. Fueron 13 puntos a favor del segundo. El peronismo, pues, volvía.
La segunda percepción fue que la inflación levantaba cabeza. No es un secreto que los argentinos son especialistas en seguir minuto a minuto, por así decir, la cotización del dólar. Y a pesar de que todos saben que el peso ha estado sobrevaluado a fuerza de intervenciones oficiales, resulta que en los últimos tres meses el freno al dólar había perdido su efecto como bálsamo de fierabrás: la inflación volvía a las andadas.
La inflación llegó al 21% mensual en diciembre de 2023, dos meses después de las elecciones presidenciales que llevaron a Milei a la Casa Rosada. Y ahora la tasa mensual está en el 2,1%.
Es decir: tras dos años de una política de austeridad extrema -un experimento de liquidación o destrucción, vaya- que provocó una desinflación, una recesión de caballo y una caída del poder adquisitivo de los salarios, la hidra, como en la mitología griega, mostraba una de sus múltiples cabezas. ¿No era que Milei le había cortado la cabeza? Y ahora, como en la leyenda, ¿resulta que iban a aparecer otras cabezas?
Pues esa doble percepción aterrorizó a Milei. Y ahí entra Trump que aspira a construir, también (aparte de Gaza y Ucrania), un nuevo orden en el que ha sido históricamente el patio trasero de Estados Unidos: América Latina.
Trump advirtió la posibilidad (percepción) de una derrota de su aliado y su proyecto libertario a la luz de los resultados de Buenos Aires. Y ambos negociaron un pacto para frenar la cotización del dólar y provocar un frenazo en seco de la tasa de inflación.
El Tesoro de EEUU se comprometía a comprar pesos argentinos por valor de 20.000 millones de dólares a través de un 'swap' de divisas (una permuta de divisas a un precio predeterminado, equivalente a una línea crediticia bajo cláusulas confidenciales). A este pacto se unía otro por el cual, según se anunció, un consorcio de bancos liderado por J.P Morgan compraría deuda argentina por otros 20.000 millones de dólares.
Trump encomendó a su secretario del Tesoro, Scott Bessent, la negociación. El 10 de octubre, Bessent anunció el acuerdo y confirmó que habían comenzado a comprar pesos argentinos. El 14 de octubre, Trump escenificó el acuerdo con Milei en la Casa Blanca, doce días antes de las elecciones previstas para este pasado domingo 26.
Trump fue muy claro. No se rescataba a Argentina. “Si pierden en las elecciones [Milei] no vamos a ser tan generosos”.
Fue el 20 de octubre cuando el economista norteamericano Paul Krugman puso el dedo en la llaga al explicar que el acuerdo no suponía, en efecto, como ya había advertido Trump, rescatar a los argentinos.
Según explicó, las motivaciones de Trump y Bessent son dos. En primer lugar, apoyar a Milei. “Quieren que un político de derecha y antiestatista triunfe, sin importar cuánto dinero de los contribuyentes norteamericanos se necesite”.
Y, más sugerente, apuntó que “algunos multimillonarios de fondos de cobertura ('hedge funds'), personalmente cercanos a Bessent, apostaron fuerte por Milei y compraron bonos argentinos. Es casi seguro que el paquete de rescate no logrará revertir la economía argentina y probablemente no rescatará políticamente a Milei. Pero podría dar tiempo suficiente a los amigos de Bessent para retirar gran parte del dinero antes de que la economía argentina se derrumbe”.
Precisamente, el 21 de octubre, Bessent calificó el acuerdo financiero como “un puente para un futuro mejor, no es un rescate”. Pero subrayó: “EEUU no quiere otro estado fallido en América Latina”.
Trump no disminuyó el dramatismo de la situación, cinco días antes de las elecciones del pasado domingo, al contestar a una periodista a bordo del avión presidencial rumbo a Japón. “Argentina…No tienen dinero, no tienen nada, se están muriendo”.
La idea de que se está apostando fuerte en lo que parece haberse convertido en el casino internacional argentino es evidente. JP Morgan, el primer banco por activos del mundo, ha celebrado su reunión anual en Buenos Aires, con una gran fiesta en el gran Teatro Colón, con la presencia de celebridades como su presidente, Jamie Dimon, y Tony Blair, el exprimer ministro británico, asesor y miembro del consejo asesor de JP Morgan.
Milei ha ganado, sí. Pero para aplicar el programa que ahora dirigen Scott Bessent y Donald Trump para que sus amigos consigan salvar sus inversiones. Para que no sean, que diría Bessent, fallidas.
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