Saltar al contenido principalSaltar al pie de página
Opinión | Geopolítica
Por qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Ser optimista no es fácil

Las Naciones Unidas son más débiles que nunca y los grandes y no tan grandes violan sin consecuencias el derecho internacional

Archivo - El presidente de EEUU, Donald Trump, en una imagen de archivo.

Archivo - El presidente de EEUU, Donald Trump, en una imagen de archivo. / Andrew Leyden/ZUMA Press Wire/dp / DPA - Archivo

Cuando los americanos se ponen a poner nombres a las cosas no hay quien les supere. George W. Bush se inventó el Eje del Mal ('Axis of Evil') para incluir a Irak, Irán y Corea del Norte. Años después apareció el Eje de Resistencia ('Axis of Resistance') para englobar a todos aquellos vecinos de Israel dispuestos a poner fin a su existencia mientras no acepte la creación de un Estado Palestino. Hoy ese eje está muy debilitado pero ahí estaban Hamás, Hizbulá, el régimen sirio de los Assad, milicias chiitas de Irak, los hutíes de Yemen y el mismo Irán de los ayatolás. Y ahora hablan del Eje de Agitación ('Axis of Upheaval') para incluir a los CRINK (esto de los acrónimos también les fascina), o sea a China, Rusia, Irán y Corea del Norte, porque se oponen al liderazgo mundial de Estados Unidos, algo en lo que también coinciden los BRICS (originalmente Brasil, Rusia, India, China y África del Sur, pero que no paran de recibir nuevas adhesiones). A nosotros Mark Rutte, secretario general de la OTAN y 'Pelotillero Mayor' de Trump, nos bautizó como los PIGS (Portugal, Italia, Grecia y España) durante la crisis de 2008. Son cosas que no se olvidan.

El caso es que el Eje de Agitación se ha reunido con otros países en septiembre en Tianjin en el marco que ofrece la Organización de Cooperación de Shanghái con el objetivo de trabajar para lograr lo que Xi Jinping llamó “un sistema de gobernanza global más justo y equitativo” que debilite el liderazgo de los Estados Unidos. Hay que tomarles en serio por al menos dos razones: la primera es que no conviene menospreciar su capacidad demográfica, económica y militar, y la segunda es que cuentan con el apoyo de quién menos se podía esperar, porque Donald Trump se ha añadido a Xi y a Putin en considerar que el orden establecido en 1945 y respaldado por Washington, que nos ha dado ochenta años de paz y progreso económico, no se adecúa hoy a sus intereses y permite que el mundo se aproveche impunemente de EEUU. Como resultado, las Naciones Unidas son más débiles que nunca, inútiles ha dicho Trump en la reciente reunión de su Asamblea General; los grandes y no tan grandes violan sin consecuencias el derecho internacional, como ahora hace Rusia en Ucrania, Israel en Gaza y Cisjordania, o el mismo Washington al hundir lanchas de supuestos narcotraficantes en lugar de detenerlos y llevarlos a juicio; las razones de seguridad nacional priman sobre cualquier otra consideración, justifican cualquier exceso y se impone la ley de la selva, como denunció el rey Felipe VI en las Naciones Unidas; regresamos a un reparto del mundo en esferas de influencia, como muestran las apetencias rusas de hacer retroceder a la OTAN hasta la frontera alemana; las chinas, de quedarse con todo el Mar del Sur de China además de Taiwán; o las norteamericanas, de reclamar Groenlandia y el mismo Canadá con objeto de tener mejor acceso al océano Ártico.

Dicen que un optimista es un pesimista mal informado. El caso es que tras mi último artículo sobre la tregua en Gaza me llamó un amigo llamándome pesimista y eso me ha hecho reflexionar sobre si realmente lo soy porque nunca me he considerado así. Juzguen ustedes si todo esto no alimenta los tambores de guerra: los europeos (Sánchez se apuntó a última hora) lanzan un plan para evitar que Washington se entienda con Moscú a expensas de Ucrania y a espaldas de Europa; Alemania coquetea con restablecer la 'mili', como ya han hecho algunos vecinos nórdicos; los países OTAN gastan más en armamento mientras reciben provocaciones rusas en forma de drones y aumentan sus sanciones a Moscú; y Trump decide volver a llamar Departamento de Guerra al que desde 1949 era de Defensa. Además, se ha desmantelado toda la arquitectura de seguridad nuclear entre rusos y norteamericanos, los chinos se arman a toda velocidad y otros países, como Corea del Sur, Japón o la misma Polonia consideran buscar la bomba ante la falta de garantías de protección nuclear por parte de Washington. Y, encima, Donald Trump está enfurruñado con don Pedro Sánchez y y no para de repetirlo, razón por la que vamos a tratar de calmarle comprando misiles para Ucrania en EEUU, que hace así un gran negocio. El que no esté preocupado tiene que hacérselo mirar con urgencia.

Suscríbete para seguir leyendo