Encarando el alzhéimer
Se trata de una enfermedad, no de una condición de la vejez; casi la mitad de los factores que la provocan son modificables
Entre seis y siete meses: así es la larga espera para conseguir un diagnóstico de alzhéimer en España

La UE ha dado luz verde al donanemab, un fármaco que ralentiza la evolución del alzhéimer. / Archivo
La enfermedad de alzhéimer, que daña y destruye las neuronas de nuestro cerebro, es progresiva, incurable y fatal. En España la sufren casi un millón de personas y afecta a muchas más, pues el enfermo precisa de cuidadores todo el día. Además, las tres cuartas partes de las personas que cuidan al enfermo son mujeres. El coste de la atención supera con creces el salario mínimo o la pensión media, aparta a los cuidadores del mercado laboral y les genera ansiedad, angustia y, en algunos casos, depresión.
Hace más de treinta años que convivo con personas de una misma familia sucesivamente devastadas por esta enfermedad. Para nada presumo de ello, pues mi experiencia no es ejemplar en lo absoluto. Pero me basta y sobra para apelar al optimismo, para contrarrestar la zozobra de los pesimistas que se nos oponen objetando que lo único que hemos conseguido desde 1907, cuando un joven psiquiatra, Alois Alzheimer, publicó su descubrimiento de esta neuropatología, ha sido prolongar su duración, de siete u ocho años a doce, quince o hasta veinte. El resultado, añaden, es que el paciente acaba demenciado, el cuidador, enloquecido, y toda la familia, empobrecida.
No, los pacientes no solo viven más tiempo sino también mejor, o, desde luego, menos mal. Y los cuidadores vamos viendo cómo el gravoso camino a la declaración de la condición de dependencia de los enfermos se va acortando y cada vez es más transitable. Los trámites están regulados por una ley de 2006, modificada por otra de 2024; los interesados pueden acudir a los Serveis Socials del Ayuntamiento de Barcelona, al Departament de Drets Socials i Inclusió de la Generalitat de Catalunya, o, más prácticamente, a una buena gestoría. Ciertamente, las ayudas no son todavía suficientes, pero son mejor que nada. Y aunque tampoco se obtienen de inmediato, cuando se conceden, lo hacen retroactivamente al inicio del año de la declaración de dependencia.
En todo caso, los optimistas hemos de asentarnos sobre la dureza de la realidad: ya he escrito que, hoy por hoy, no hay manera de prevenir la enfermedad del alzhéimer, no tiene cura. Proteínas beta-amiloide se acumulan en torno a nuestras neuronas y proteínas Tau, dentro de ellas. Siguen la inflamación y atrofia del tejido cerebral, fácilmente observables: el cerebro del paciente literalmente se encoge. Luego hay factores del alzhéimer que no son modificables, como la genética y la edad.
Pero el alzhéimer es una enfermedad, no una condición de la vejez; casi la mitad de los factores que la provocan son modificables: podemos combatir el estrés, hacer ejercicio físico moderado, seguir una dieta saludable, rica en verdura, pescado o litio (también aburrida: poco alcohol) y, sobre todo, habremos de combatir el insomnio, pues nuestras neuronas se rehacen con el sueño profundo. Igualmente, la actividad social, además de la física, y el control cardiovascular ayudan mucho. Combatan la soledad y muévanse.
La detección temprana de los factores modificables de la enfermedad es crucial, pues el aumento de los niveles de acumulación de proteína beta amiloide puede identificarse hasta dos décadas antes de los primeros síntomas, como la pérdida de memoria episódica o semántica. Y así ocurre con otros biomarcadores de la neurodegeneración, como el decrecimiento del metabolismo de la glucosa, nutriente cabal de nuestro cerebro. Los remedios aprobados por las agencias norteamericana (siempre primero) y europea (después) del medicamento, frecuentemente con idas y venidas, como el Lecanemab, el Donanemab o el Aducanumab (discontinuado en 2024) reducen el declive de la memoria y del pensamiento, pero no lo detienen. Mas el camino está trazado y se va a acortar: la historia de la ciencia muestra cómo objetivos que hoy se plantean a quince años vista, dentro de cinco estarán a menos de diez.
Para las personas interesadas en saber más, hay muy buenos trabajos, como el 'Estudio Alfa' (Barcelonaßeta Brain Research Center, BBRC, de la Fundación Pasqual Maragall), el consorcio internacional WW-Fingers, o, en Estados Unidos, las estadísticas publicadas en 2025 Alzheimer’s disease facts and figures. 'Alzheimer Dement'. 2025 Apr 29; 21(4): e70235, doi.
La enfermedad del alzhémier es devastadora, pero la superaremos, como ocurrió con la viruela, la sífilis, la gripe, la tuberculosis, la poliomielitis o el sida. Cada día estamos más cerca.
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