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Opinión | Desperfectos
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Sarkozy entra y Uribe sale

Entre la inestabilidad y el colapso, los gobiernos se tambalean, reaccionando con cortinas de humos y la nueva demagogia digital

Nicolas Sarkozy ingresa en prisión para cumplir 5 años por el 'affaire Gadafi' e insiste en su inocencia: "La verdad triunfará"

Sarkozy recibió amenazas de otros reos en su primera noche en prisión

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Sin saber si entramos en una multicrisis o en escenarios de desintegración política lo manifiesto es que abundan más los políticos incompetentes que la excelencia. Aún es más grave la concurrencia de elementos de anti-política, tanto en el gobierno como en el frente antisistema. Un expresidente de Colombia sale de la cárcel netamente exculpado y el expresidente de la República Francesa está entre rejas, inciertamente inculpado.

Mientras tanto, Donald Trump combina las ocurrencias nefastas con los aciertos inesperados, hasta el punto de demoler el ala este de la Casa Blanca para construir una sala de baile. En 1814 la Casa Blanca tuvo que ser reconstruida después que las tropas británicas la incendiasen. En el Capitolio, el asalto de los vikingos trumpistas fue en 2021. Suma y sigue con el regateo telefónico entre Putin y Trump, con Ucrania de oyente.

En la Unión Europea parecen estar al alza el presidente de Finlandia y la primera ministra italiana, pero el descrédito de la política y desgaste alcanzan a la mayoría de gobernantes. Emmanuel Macron o Pedro Sánchez –por ejemplo- ahora cotizan muy a la baja. Su paisaje inmediato es de descontento social, pérdida de credibilidad y recelo inversor. En otro rango, Ursula Von der Leyen parece a punto de perder pie, absorta en el laberinto bizantino del sistema institucional europeo.

Entre la inestabilidad y el colapso, los gobiernos se tambalean, reaccionando con cortinas de humos y la nueva demagogia digital, como se constata cuando un ministro de transportes –a quien se considera posible sucesor de Sánchez- simula solventar el desperfecto de los trenes de cercanías tuiteando contra la derecha malvada y siempre franquista.

Quienes estudian los ciclos históricos nos dicen que en la sociedad occidental lo recurrente son las oleadas de inestabilidad política que deslegitiman el Estado, con lo que pierde capacidad de mantener el orden y la seguridad.

Estamos en otra rebelión de masas, agitadas no por revoluciones al asalto de las calles sino nuevos rostros que se pasean por YouTube recolectando millones de visitas. Nuevas generaciones de líderes van bajando el nivel de exigencia, aunando la inmadurez y el narcisismo, voceando políticas del todo o nada mientras el Estado de bienestar y los sistemas educativos necesitan dosis reformistas con urgencia. ¿Quién gana y quien pierde? Si creemos en el bien común, perdemos todos.

Es ilustrativo que Ada Colau, exalcaldesa de Barcelona, haya creído que navegar a vela ante las playas de Gaza podía reciclarla políticamente. He aquí otro vídeojuego del antifascismo, con vitola antisemita. Eso corrobora hasta qué punto la política del progresismo ha contribuido a la crisis de autoridad.

Gran duquesa del columnismo USA, Peggy Noonan advierte de solapamientos perniciosos en el viejo sistema división de poderes y sospecha que las imágenes de la demolición del ala este de la Casa Blanca puedan ser una metáfora de la idea de que la historia –la Historia con mayúscula- también puede ser llevada a la desaparición. 2025 era el año en que la memoria histórica iba a eliminar a Franco. En realidad, es el año de Koldo, Ábalos y Santos Cerdán.

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