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Opinión | Columnismo
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Tener el placer de opinar

Antes de ponerme a redactar la columna prefiero preguntarme si sé lo suficiente de lo que voy a escribir

Borradores y máquina de escribir: el oficio de escribir.

Borradores y máquina de escribir: el oficio de escribir.  / SHUTTERSTOCK

Escribir un artículo de opinión semanal es una actividad, o quizá debería de decir un sueño hecho realidad del que disfruto hace más de 20 años. Gracias primero a Álex Sàlmon por su confianza de cuando dirigía el diario 'El Mundo' de Catalunya –Álex es hoy director del suplemento Abril de Prensa Ibérica–, y después a EL PERIÓDICO y a 'Sport', he conseguido todas las semanas cumplir el sueño de escribir una columna de opinión sobre lo que he querido y con el tono que me ha apetecido. Una libertad que me ha exigido una mirada permanente acerca de muchas cosas, cosas sobre las que tal vez no hubiese reflexionado de no estar obligado a considerar. Tener opinión sobre algo no presupone contar con toda la información sobre la cuestión. Se opina en base a los datos con los que uno cuenta, por lo que nuestra argumentación estará apoyada en dichos datos. Y tal vez no sean suficientes. ¿Se puede opinar sin conocer del todo una situación, un hecho, una cuestión cualquiera? Sí, a condición de informarse mínimamente y de saber reconocer que puedes estar equivocado. De hecho, es lo que hacemos la mayoría. Probablemente, muchos de los tertulianos de radio y televisión que opinan sobre tantísimas cosas no disponen de un conocimiento profundo de lo que defienden o atacan.

Dado de mis limitados conocimientos sobre los asuntos de los que deseo opinar, antes de ponerme a redactar la columna prefiero preguntarme si sé lo suficiente de lo que voy a escribir. En todo caso, acabo opinando de lo que me rodea, de las cosas cotidianas y desde el punto de vista, eso sí creo poder asegurarlo, de un experto en observar lo cotidiano y a las personas que lo viven.

Y ustedes se preguntarán a qué viene todo esto. Pues a que muchos me preguntan cómo hago para opinar todas las semanas acerca de un tema, casi como reprobando mi osadía para tal cosa; otros me preguntan por qué no escribo más con humor, y yo les digo que el humor lo utilizo cuando trabajo. En cualquier caso, colaborar en EL PERIÓDICO es un placer y no una obligación.

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