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Opinión | Bancos
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Sabadell / BBVA, 'mon amour'

La sensación final es que se ha salido airoso de la contienda sin demasiadas naves hundidas

BBVA-Sabadell: la opa fallida no altera el mapa bancario pero abre la puerta a nuevas fusiones en España y Europa

Sedes de BBVA y Banco Sabadell.

Sedes de BBVA y Banco Sabadell. / EUROPA PRESS

Las victorias son para celebrarlas con aquellos que han ayudado en la persecución del empeño que se buscaba. Así debe ser siempre. Sin embargo, en ocasiones ese camino victorioso no siempre resuelve lo que de entrada es un éxito. El Banc de Sabadell perseguía seguir siendo un ave solitaria e independiente y el BBVA quería tener mayor musculatura financiera. El primero ha logrado su objetivo. El segundo se ha quedado con las ganas. El porqué de esta conclusión no tiene una única respuesta. Tampoco sus consecuencias.

Como ocurre siempre en estos casos, los análisis sobre qué hicieron mal o bien unos y otros se agolpan en las pantallas de todos. Los éxitos del Sabadell no fueron siempre errores del BBVA, y los fracasos de banco originariamente vasco no se pueden relacionar con buenas estrategias del Sabadell. Hay de todo; y ahora que ha pasado todo, es fácil opinar. Lo cierto es que el Sabadell supo conectar con una posición más sentimental y el BBVA no fue percibido como un banco cercano. Mucho de lo ocurrido pasó por ahí.

El gran éxito de esta opa frustrada tiene un nombre: César González-Bueno. Fue la cara amable y con amor de la operación. Lo cierto es que siempre tuvo un rostro sincero, dialogante y fiable. Él ganó la opa. Se paseó por estudios de televisión y de radio con un aplomo vencedor, extraño tratándose de un banquero. Fue el antídoto Oliu, que tiene a sus seguidores, pero también a sus detractores.

Pero esa solvencia existencial no solo funcionó en la comunicación, sino entre instituciones. También, es cierto, que todo ha sido de guante blanco. Se han guardado las formas en lo público, no tanto entre bambalinas, donde desinformaciones interesadas desvirtuaban los mensajes primeros. Errores que no se supieron prever porque no era fácil intuir hacia dónde se dirigían algunas estrategias. Pero, aparte del desgaste de todo el personal, en concreto del Sabadell, la operación se ha saldado con pocas cabezas, de momento. El mundo financiero es muchas veces desconcertante y no siempre para bien.

Aunque el parqué bursátil siempre sea un espacio paralelo que no distópico, lo cierto es que las acciones de uno y otro banco han comenzado a fluctuar según se esperaba: el Sabadell para abajo, el BBVA para arriba. ¿Eso significa algo? La economía es una ciencia de supuestos. Así que a saber. Las alegrías de hoy pueden ser las tristezas de mañana, y los expertos, que son muchos, no se ponen de acuerdo sobre qué será de estas dos entidades bancarias dentro de cinco años.

La sensación final es que se ha salido airoso de la contienda sin demasiadas naves hundidas. Hace 20 años una opa de este estilo habría erosionado, no solo el entramado económico español, y en concreto el catalán, sino también el político. En la memoria tenemos aquella opa entre Endesa y Gas Natural que acabó con unas disputas territoriales inútiles, pero que desgastaron al mundo financiero en general.

La opa del BBVA/Sabadell ha demostrado que una pantalla ha sido superada en la relación económica entre los poderes repartidos en las comunidades autónomas. Es una buena noticia.

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