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Opinión | Universidad
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Millán-Astray resucita

Entonces nos reuníamos miles de estudiantes en el campus para defender la libertad de expresión, y ahora se reúne el mismo número para impedir que un tipo hable. El progreso debe de ser eso

El agitador ultra Vito Quiles hace una aparición fugaz en la UAB en una mañana marcada por la tensión y los altercados

Estados Unidos tiene mucho que aprender de Catalunya por lo que respecta a libertad y derechos civiles. Aquí, cuando viene alguien a hablar a la universidad y no nos gusta lo que va a decir, en lugar de pegarle un tiro, le impedimos ya de entrada que pueda celebrar el acto. Es el famoso 'fet diferencial' que caracteriza a los catalanes

En mi época, si alguien, de derechas o de izquierdas, convocaba en la universidad un acto que no me gustaba, me iba al bar a tomar cervezas o al piso a retozar con alguna estudiante de letras. Como todo el mundo. Por aquel entonces éramos gente antigua, como acabábamos de estrenar la democracia, no sabíamos que esa palabra griega significa impedir que hable todo aquel que pueda decir algo que no nos guste. Los estudiantes de hoy son mucho más demócratas que nosotros y por eso, si no lo evita la policía, en nombre de la libertad son capaces de pegarle una somanta de palos a Vito Quiles o a cualquier otro que pretenda hablar en la universidad, antaño templo del saber y hoy parroquia de la burricie.

Si habrán cambiado las cosas en aquella universidad que frecuenté, que entonces nos reuníamos miles de estudiantes en el campus para defender la libertad de expresión, y ahora se reúne el mismo número para impedir que un tipo hable. El progreso debe de ser eso. Al fin y al cabo, los estudiantes -sobre todo los que tienen pocas luces, como parece ser el caso- no hacen otra cosa que imitar a sus representantes políticos, que vetan -en el Parlament y en el Congreso- a los periodistas que no les placen, mientras los colegas de estos callan, o incluso aplauden la medida. Los políticos de la tan denostada Transición, procedentes la mayoría de ellos del franquismo, no vetaban a nadie, y los que han vivido en democracia toda la vida, impiden a la prensa ejercer su función libremente. El progreso también debe de ser eso.

Los hoy estudiantes de la UAB son los actuales Millán-Astray, otro que también tenía mano -solamente una- a la hora de impedir por la fuerza que hablara en la universidad quien no le gustara, Unamuno por ejemplo. Si esos nuevos Millán-Astray no gritaron “Muera la inteligencia” el otro día en la UAB, fue solo porque allí hace tiempo que está difunta y enterrada.

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