Chicas, eso es traición
Esas jóvenes hacen algo peor que generar una ficción. Aleccionan sobre un modo de vida en el que la mujer pierde la capacidad económica, mientras ellas sacan réditos de sus vídeos
Llegan las 'tradwives' arrepentidas: “Yo solo mostraba las bondades de la vida doméstica, pero aquello era una cárcel"

La 'influencer' 'tradwife' Ballerina Farm, con dos de sus hijas. / Instagram Ballerinafarm
Quizá es la incredulidad de la juventud. Ya se sabe, poner en duda todo lo recibido. Tal vez es una vía de escape de una realidad que sigue exigiendo más a las mujeres a cambio de menos: mantenerse atractiva, demostrar la valía profesional, cargar con mayor peso del hogar y hacer equilibrios sobre la brecha salarial. Quizá es nostalgia por lo no vivido. O algo mucho peor.
A principios de esta década nació el fenómeno 'tradwives' (‘trad’ de tradicional y ‘wives’, esposas), mujeres que muestran en las redes una bucólica vida de ama de casa tradicional. Todo es bello en esos vídeos, todo es amable. Exactamente, tan entrañable como aquella voz de Elena Francis que, con sus consejos empalagosos, educaba a la perfecta mujer del franquismo: callada y abnegada.
Es posible que las primeras jóvenes en mostrarse en las redes fueran sinceras y creyeran haber encontrado el nirvana en el retroceso temporal o, simplemente, buscaran diferenciarse en las redes. Pero nada escapa de la voracidad del mercado. Todo es susceptible de convertirse en un producto que genere beneficios, monetarios o ideológicos. Y ahí están el magma reaccionario de aquí y de allá lanzándose a capitalizar el movimiento y, entre vestidos floreados, tartas recién horneadas y preciosos niños rubios (siempre rubios, por supuesto), convertir el delantal en la mordaza del machismo.
Ya han aparecido las primeras 'tradwives' arrepentidas. Mujeres que han sentido cómo los roles de género se las comían vivas y hoy abjuran del contenido que crearon. Siempre está bien que la luz ilumine los errores, pero, ya puestos, descubrámoslo todo. Porque esas jóvenes hacen algo peor que generar una ficción. Aleccionan sobre un modo de vida en el que la mujer pierde la capacidad económica, mientras ellas sacan réditos de sus vídeos. Mienten y traicionan a todas las que, durante décadas, se dejaron la piel para salir de la trampa del hogar y conquistar la independencia. Mienten, traicionan y abren de par en par la puerta a un patriarcado que, cada día, sigue cobrándose víctimas.
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