Saltar al contenido principalSaltar al pie de página
Opinión | Gárgolas
Por qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

El chaleco verde de punto

Los privilegiados que puedan ver 'El tiempo todo entero' saldrán del teatro damnificados y llorosos, más felices también, porque habrán tomado conciencia de la propia fragilidad

'Flaix de tardor-BCN' traerá potentes producciones internacionales de teatro y danza a Barcelona

Butacas

Butacas / Pexels

Marco Antonio Solís es un famoso cantante mexicano (una mezcla de El Puma y de Julio Iglesias para entendernos) que aquí no ha tenido demasiado predicamento. Compone y canta baladas románticas y actúa en grandes escenarios con admiradores entregados que lloran y se emocionan. Hace quince años, nunca había oído hablar de él. Sin embargo, hace quince años que una de sus canciones hizo mella en mi educación sentimental. Se titula 'Si no te hubieras ido' y narra la tristeza y el desengaño de un amante que ve cómo se aleja (“no hay nada más difícil que vivir sin ti”) la mujer de su vida, mientras el día a día se convierte en un escenario inhóspito y desierto: “El ritmo de la vida me parece mal”. La canción es el tema recurrente de una obra de teatro que se estrenó en 2010 y que pudo verse en el festival Temporada Alta al año siguiente. Es 'El tiempo todo entero', de Romina Paula, y desde este martes y hasta el jueves se representa en el Teatre Lliure en el marco del Flash Tardor-BCN, el desembarco de TA en Barcelona.

La cancioncilla de Marco Antonio Solís, un intérprete histriónico, casi esperpéntico, es como cualquier otra cancioncilla melódica. El arrebato del chico hacia la chica que se ha marchado se convierte en una súplica lanzada al vacío, porque “el frío de mi cuerpo pregunta por ti”, pero ya no hay nada que hacer. Sin embargo, este tema, que sería menor, se eleva cuando se incorpora a 'El tiempo todo entero', en un juego irónico en el que el autor pasa a ser un individuo sin nombre con una vida conyugal ciertamente dramática. Esa cancioncilla se convierte en motor dramático en un espacio frío, una habitación con estructuras metálicas, desnuda de todo adorno, una especie de jaula donde los personajes de este zoológico son figuritas de cristal, a punto de romperse.

'El tiempo todo entero' es una reconstrucción inteligente, poética, radical, de 'El zoo de cristal' de Tennessee Williams (en catalán, “Figuretes de vidre”), con acotaciones en torno al accidente y la devastación física de Frida Kahlo. Dicen que, a la hora de montar la obra, la Compañía El Silencio no pudo acceder a los derechos de representación del original. Decidieron agarrar a los personajes (una madre posesiva con sueños frustrados; un hijo con sueños que se frustrarán; una hija sin sueños, enclaustrada y con una tara física, como Kahlo; el prometido de la chica, que no sabe muy bien qué hace, allí en medio) y Pilar Gamboa, sin abandonar la profundidad moral de Williams, consiguió crear un universo nuevo, capaz incluso de admitir la cancioncilla de Solís.

Los privilegiados que puedan ver 'El tiempo todo entero', con los mismos actores y actrices de hace quince años, saldrán del teatro damnificados y llorosos, más felices también, porque habrán tomado conciencia de la propia fragilidad. Y nunca olvidarán este montaje clásico y en estado de gracia que hace que, al terminar, salgas con el mundo cambiado, sin saber por qué. Y tampoco olvidarán nunca el chaleco verde de punto, con rombos, de Pilar Gamboa, esa Antonia que nos cuenta un cuento triste y sabio.

Suscríbete para seguir leyendo