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Opinión | La bolsa y la vida

Las burbujas persistentes y la expansión cuantitativa

Wall Street abre en verde con el S&P 500 próximo a máximos históricos

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Llevan varios años despistados los analistas financieros describiendo las burbujas existentes y las demandas incansables, sin ser capaces de avanzar el fin de tanto crecimiento sin fin. La salida de la crisis del 2008 y la del covid del 2020 sirvieron para asegurar que no hay déficit que importe si lo que se desea es capear una galerna económica con eficiencia. La Teoría Monetaria Moderna explica aquello de que la deuda pública no es mala si se basa en la confianza de los ciudadanos y si son estos o los mercados los que financian las necesidades públicas en el marco de una política fiscal redistributiva. Otra cosa es cuando la Administración sale al rescate no de particulares sino de todo agente económico sin restricción o de los grandes grupos económicos con capacidad suficiente para superar por sí mismos sus dificultades.

Explica muy bien el asunto el economista Eduardo Garzón, atribuyendo a la conocida como expansión cuantitativa este actual estado de ánimo inversor actual, repleto de burbujas a la espera de cualquier aguja que las haga estallar. Porque todas las burbujas estallan en el algún momento, pero casi nunca se acierta en qué momento, ni siquiera con apoyo de inteligencia artificial. La idea es que para salir del atolladero del 2008 los capitales públicos inyectaron dinero (apuntes contables, ayudas cuantitativas) en grandes fondos de inversión o grandes agentes económicos como una forma de animar la inversión. Desde ese momento se ha producido un fenómeno de liquidez extrema concentrada, capaz de influir en la economía mundial, con crecimiento del precio de activos muy por encima de la media del crecimiento económico. También pueden darse causas específicas para alzas de precios en determinados casos.

La expansión cuantitativa no es nueva. Es una herramienta de política monetaria no convencional utilizada por los bancos centrales para inyectar dinero en la economía, estimulando así el crecimiento. Los bancos centrales compran activos financieros, como bonos gubernamentales, pero a los bancos y otras instituciones financieras, aumentando así la liquidez general y reduciendo las tasas de interés a largo plazo. Este proceso puede impulsar la actividad económica al hacer que el crédito sea más barato y alentar la inversión y el consumo. ¿Concuerda con la experiencia de años pasados, no?

En el marco de esa estrategia de crecimiento basado en expansión cuantitativa, el banco central crea dinero electrónicamente para comprar activos del sector privado, por lo que se incrementa la oferta monetaria, se aumenta la cantidad de dinero en circulación y la liquidez de los bancos o entidades beneficiadas. El efecto es que se reducen las tasas de interés a largo plazo, se fomenta el crédito y la inversión. Los bancos tienen más dinero para prestar y aumenta el consumo. Si la práctica es exagerada se producen efectos de segunda ronda. El crecimiento cuantitativo se emplea cuando las herramientas de política monetaria tradicionales, como la bajada de los tipos de interés de referencia, ya no son efectivas para estimular la economía. Pero acarrea un problema de inflación alta a largo plazo y burbujas. Si hay mucha oferta monetaria aumenta la demanda de viviendas, por ejemplo, y se crean alzas de precios. Pero en caso de exceso monetario suben las bolsas, el oro, el bitcóin o las tecnológicas. Si hay dinero para invertir o dinero barato se fomentan las burbujas especulativas. Y tras el dinero barato para grandes actores económicos pueden agudizarse las desigualdades, las diferencias entre los que han podido acceder a ese dinero barato y los que no.

Toda esta disertación teórica sirve de poco para lo que le interesa al inversor ávido de complementar su salario en el mercado financiero. A la hora de la verdad, cualquier inversión se asemeja a un entramado piramidal en el que el beneficio personal se asentará tarde o temprano en la desgracia inversora de otros. Tener una vivienda en propiedad es actualmente un tesoro personal para las clases medias. La herencia un privilegio para la subsistencia futura de herederos y las bolsas o las criptomonedas un anzuelo atractivo pero arriesgado. Pero sigue siendo el trabajo o el emprendimiento el tesoro de referencia del afortunado en momentos de burbujas. Estallen o no.

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