Trump-Zelenski, otro 'déjà vu'
Sin un sostenido respaldo económico desde el exterior, Kiev no tiene posibilidad alguna de sostener militarmente la embestida rusa
Tomahawks para Ucrania: Zelenski propondrá a Trump en Washington presionar a Rusia con misiles de largo alcance

Misil Tomahawk.
Tras el bochornoso espectáculo orquestado a su mayor gloria personal en Sharm el-Sheikh, engrosado con un distinguido grupo de sumisos coristas, Donald Trump proclama que ahora toca lograr la paz en Ucrania. En ese notorio afán por ser reconocido como el pacificador universal -anotándose el fin de ocho guerras… que siguen activas- y hacerse merecedor al Nobel de la Paz, cabría suponer que, en un nuevo cambio de posición, ahora está dispuesto a realizar el esfuerzo que sea necesario para que Ucrania pueda derrotar a Rusia. Eso es también lo que quiere creer Volodímir Zelenski, que acude nuevamente a la Casa Blanca para repetir un encuentro del que pocas veces ha podido salir satisfecho.
En esta ocasión, el punto más llamativo de la cita es la posibilidad de que Washington acepte finalmente la entrega a Kiev -previo pago de su importe por parte de los aliados europeos- de misiles crucero Tomahawk. Una opción que nos retrotrae a momentos anteriores -con la entrega de los ATACMS, los F-16, los HIMARS…- en los que ha quedado claro que ningún arma por sí sola va a cambiar el signo de la guerra (favorable de momento a Moscú), que la amenaza rusa de escalada si tal entrega se produce no se ha materializado y que los suministros suelen sufrir retrasos por parte de EEUU, jugando con los tiempos a su antojo. Es cierto que los Tomahawk permitirían ataques aún más precisos contra objetivos rusos en profundidad, dificultando por tanto sus planes militares y económicos, pero sería erróneo creer que tendrían un impacto mayúsculo, dado que no serán más allá de unas decenas de misiles (más los lanzadores correspondientes); sin olvidar que ahora mismo lo prioritario para Kiev es contar con más y mejor defensa antiaérea, para neutralizar los diarios ataques rusos con drones y misiles.
Menos importancia mediática se está dando a la vertiente económica del apoyo que pueda recibir Zelenski. Sin un sostenido respaldo económico desde el exterior Ucrania no tiene posibilidad alguna de sostener militarmente la embestida rusa, atender a las necesidades de su población y pensar en una futura reconstrucción. De ahí la desesperación ucraniana cuando constata que Washington está cerrando el grifo y los aliados europeos no acaban de dar el paso de transferirle los fondos rusos que mantienen congelados (en torno a los 200.000 millones de euros). Sería una sorpresa que Trump, que ya comienza a jugar con la idea de un Fondo para la Victoria de Ucrania (financiado por los ingresos obtenidos de aplicar aranceles a China), concrete un nuevo y sustancial paquete de ayuda.
En definitiva, lo que queda de manifiesto es la doble motivación que impulsa a Trump. Por un lado, hacer negocios con la transferencia de armas, hasta el nivel y cantidad que considere adecuado. Por otro, forzar a Moscú a negociar, utilizando a Zelenski como ariete circunstancial, haciendo creer que está decidido a armarlo hasta dónde sea preciso. Que de ahí salga la paz es solo una de las posibilidades, y no la más probable.
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