Saltar al contenido principalSaltar al pie de página
Opinión | Ágora
Por qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

La rendición de Feijóo

Parecerse a la extrema derecha no ayudará al PP a recuperar apoyos, sino que ofrece a los extremistas una pátina de respetabilidad y legitimidad

Feijóo lanza en Barcelona su plan de inmigración en pleno auge de Vox en las encuestas

Las claves del plan migratorio del PP

El presidente del Partido Popular, Alberto Núñez Feijóo, interviene durante una acto, en Palo Alto, a 14 de octubre de 2025, en Barcelona, Catalunya (España).

El presidente del Partido Popular, Alberto Núñez Feijóo, interviene durante una acto, en Palo Alto, a 14 de octubre de 2025, en Barcelona, Catalunya (España). / David Zorrakino - Europa Press

El PP ha escenificado en Barcelona su claudicación ante la extrema derecha. En su demoscópica desesperación, Feijóo ha decidido chapotear en el fétido lodo de la xenofobia y el racismo.

No es la primera concesión que hace a su excrecencia extremista. Desde lo absurdo de desmontar políticas de emergencias en el País Valencià o de prevención de incendios en Castilla y León al intento de restringir derechos e imponer de nuevo su moral en materia de aborto, pasando por la derogación de leyes de memoria democrática, y la lista podría seguir en cuestiones fiscales, relativas a la lengua, y un largo etcétera.

Feijóo ha venido ahora a presentar una serie de medidas relativas a las políticas migratorias y a la obtención de la nacionalidad española que ni siquiera merecerían el término de plan. Se trata de un refrito contrahecho con el que pretende competir con Vox y, en Catalunya, con Aliança Catalana. El pánico instalado en la formación conservadora lleva a pensar que irán todavía más allá en la adopción del discurso y las políticas de los ultras.

Todo ello parte de premisas falsas, datos inventados y mentiras, como ya se ha publicado y no vale la peina reiterar. En el PP de Feijóo suelen ser torpes cuando presentan iniciativas. Esta vez no nos consta que se hayan olvidado de borrar los comentarios internos del texto que enviaron a la prensa, como en alguna ocasión anterior, pero que son conscientes de que mienten, no tenemos ninguna duda. Ahora bien, como nos acaban de recordar ellos mismos, la máxima del PP es que “mentir no es delito”, y por eso les da igual hacerlo, si creen que les puede ser útil.

En este punto, precisamente, es donde más se equivoca el PP. Asemejarse a la extrema derecha no les ayudará a recuperar apoyos, sino que ofrece a los extremistas una pátina de respetabilidad y legitimidad. El PP está alimentando al monstruo que lo devora.

Además de constituir una auténtica mezquindad, el señalamiento del extranjero –del otro, por antonomasia– como causa de todos los males sociales, supone también la introducción de un elemento enormemente corrosivo en la convivencia democrática. Es propio de fuerzas dispuestas a cualquier cosa para recuperar la posición de poder que creen que les corresponde por naturaleza ejercer. Puede que esto ya ni sorprenda, pero casa mal con la supuesta moderación que nos quería vender el actual presidente —que no líder— del PP.

La derecha y la extrema derecha actúan aquí como auténticos bomberos pirómanos. Se lamentan de los males que ellas mismas crean. Sus rebajas fiscales y su esfuerzo continuado por desmantelar los servicios públicos y el conjunto del Estado social degradan la capacidad de las políticas públicas para combatir las desigualdades y crear condiciones de seguridad. Esto crea malestar, un caudal de miedo que ellas mismas canalizan, a través del odio, para regar lo que piensan que serán extensiones infinitas de poder. Es necesario desenmascararlas y romper el círculo vicioso.

No, el vecino no tiene la culpa si la sanidad o la educación no van suficientemente bien, tenga el origen que tenga el vecino. No, la vecina no tiene la culpa si los precios de la vivienda están enloquecidos. Si alguien ha cometido un delito, la responsabilidad es exclusiva de aquel que lo ha cometido, no del conjunto de personas al que algunos han decidido que es fácil convertir en diana de todos los odios. Nos quieren distraer del conflicto horizontal, una guerra entre el penúltimo y el último. Mientras lo observan, se hartan de reír.

La respuesta a los malestares sociales no pasa por encontrar un chivo expiatorio. Pasa por ensanchar y fortalecer las políticas públicas que permitan avanzar en derechos, que combatan las desigualdades sociales y que ofrezcan un horizonte plausible de progreso, no tan solo un futuro lejano, sino también en la inmediatez, en el plazo de la propia vida. Una sociedad más cohesionada socialmente es también una sociedad más segura. La mayor garantía del mantenimiento del carácter democrático de nuestras sociedades es la profundización del carácter social de los estados.