Barcelona Sants, la estación tercermundista

Obras de la estación de Sants, que ocasionan mucho ruido, así como la zona interior del hall con las tiendas cerradas. / RICARD CUGAT / EPC
Las infraestructuras ferroviarias son la médula de toda sociedad avanzada, vertebran el territorio y permiten la movilidad de la ciudadanía. El margen de mejora que tiene España en este ámbito es tan grande como kilométrica es su red. Tanto las vías por las que circula el material rodante como los espacios de atención al viajero y los vestíbulos de las estaciones hace siglos que dejaron de estar a la altura de un servicio moderno.
El estado tercermundista en que se encuentra Barcelona Sants es un buen ejemplo. La segunda estación más transitada de España es utilizada cada año por casi 47 millones de usuarios entre Rodalies, media y larga distancia y alta velocidad. Sus obras de ampliación, presupuestadas en 410 millones de euros, van con retraso, aunque ni el Ministerio de Transportes ni Adif, el gestor de las infraestructuras ferroviarias, ponen fechas en el calendario.
Cierto es que estas obras de modernización y ampliación de Sants eran cruciales, porque la instalación se asemejaba más a un polideportivo destartalado que a un recinto ferroviario de primer nivel. Sin embargo, ejecutarlas de una forma tan abrupta y hostil es un castigo a los viajeros, como cualquier usuario puede comprobar a diario. Que se hayan cerrado 25 de sus 30 locales convierte el vestíbulo de la estación en una sala fantasma, en la que ni la farmacia, ni la cafetería principal ni la tienda de última hora levantan ya la persiana. Como muy bien explica Gloria Ayuso, los últimos mohicanos son una cafetería mínima y un McDonald’s, que han convertido al botellín de agua en un bien efímero y de gran lujo.
Adif se defiende y afirma que los comercios han elegido entre romper su contrato o suspenderlo de forma temporal hasta tener un nuevo emplazamiento en la Sants remodelada. Aunque así sea, debió planificar mejor el servicio que presta a unos pasajeros ya suficientemente estresados porque su tren casi nunca llega a la hora. Solo una reacción a tiempo demostrará que Adif es el gestor de infraestructuras que el país necesita.
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