El PP y la inmigración: Quietismo o riesgo
Es una incógnita si adoptar el marco discursivo de su rival le permitirá restarle apoyos o si, por el contrario, acabará reforzando su centralidad en el debate
Feijóo plantea endurecer los requisitos para obtener la nacionalidad española

Alberto Núñez Feijóo presenta el plan de inmigración en Barcelona / MANU MITRU
El plan migratorio presentado por Alberto Núñez Feijóo en Barcelona supone un endurecimiento significativo de la postura del PP en esta materia. Propuestas como un sistema de visado por puntos donde "la Hispanidad será un factor positivo", la elevación de los requisitos para obtener la nacionalidad -nivel B2 de castellano y pruebas más exigentes sobre historia e instituciones- , la creación de una autoridad única en materia migratoria - justo cuando se plantea la cesión de competencias a Catalunya-, además de medidas de control más estrictas, como limitar el arraigo y condicionar las ayudas sociales a la residencia legal, evidencian el giro.
Un vuelco que se explica por dos fenómenos interrelacionados: cambios en la opinión pública y en la competencia partidista. La inmigración se ha convertido en uno de los principales problemas percibidos por los españoles según el CIS. Y Vox, el principal competidor del PP, justamente ha hecho de la inmigración su salient issue, es decir, el tema central que define su identidad política, le otorga visibilidad, ventaja electoral y dominio de la agenda. Algo habitual en la extrema derecha que ha consolidado este tema como su terreno exclusivo, controlando el lenguaje y el enfoque. Y eso dificulta el posicionamiento de los otros partidos porque si tratan de competir y adoptan un discurso similar, se arriesgan perder credibilidad y si no lo hacen, renuncian a un asunto que preocupa a la opinión pública.
El PP optado por competir en un momento en que las encuestas reflejan su estancamiento y un avance sostenido de Vox. Es una incógnita si adoptar el marco discursivo de su rival le permitirá restarle apoyos o si, por el contrario, acabará reforzando su centralidad en el debate. Pero el quietismo tampoco parece una opción: dejar que PSOE y Vox marquen los extremos del tablero le relega a un papel secundario. Y es en ese difícil equilibrio entre acción y contención donde se juega buena parte del futuro político de Feijóo.
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