12 de octubre en domingo, nada que celebrar
Los catalanes no somos muy dados a actos heroicos, qué digo heroicos, ni siquiera a actos traviesos, pero a poner cara de desafío en las fotos, no hay quien nos gane

La reacción de Carles Puigdemont tras la votación perdida sobre el traspaso de competencias en inmigración.
Lo malo de que el 12 de octubre caiga en domingo, es que la gente no puede hacerse la foto de cada año en su puesto de trabajo, para publicarla después en las redes con la frase “Nada que celebrar”. Sobre todo los políticos independentistas que ostentan cargo, a quienes les va la credibilidad en ello. En Girona, sin ir más lejos, hace bastantes años que tenemos alcaldes lacistas, y su primer juramento al acceder al puesto es hacerse una foto en el despacho el 12 de octubre haciendo como que trabajan, pero por culpa del maldito calendario este año Salellas no ha podido demostrar su exacerbado patriotismo catalán de la única forma que tiene para hacerlo. Tampoco ha podido el Vivales, a quien la foto trabajando el día de la Hispanidad es lo único que le queda, en su caso ha tenido la mala fortuna que de que en Waterloo los domingos son tan festivos como aquí. Así no hay manera de constituir una republiqueta.
Los catalanes no somos muy dados a actos heroicos, qué digo heroicos, ni siquiera a actos traviesos, pero a poner cara de desafío en las fotos, no hay quien nos gane. La desgracia de que el 12 de octubre haya sido un domingo nos ha privado de las imágenes de los líderes del 'procés' desafiando al Estado mediante el sistema de sentarse cada uno en su despacho con un bolígrafo en la mano. La independencia no la consiguieron, pero la lucha sigue a base de selfis.
A quienes más perjudica que el 12 de octubre sea un domingo es a los ciudadanos normales, que así no vemos a los políticos independentistas trabajar ni un solo día. En realidad el 12 de octubre tampoco trabajan, solamente lo simulan, pero nos conformamos porque ya es más de lo que hacen el resto del año. Por eso algunas poblaciones han trasladado la festividad al lunes, a ver si así se acerca algún cargo lacista al trabajo, por lo menos para hacerse la foto. Lo ideal sería que cada día fuese una fiesta española, así esos vagos trabajarían todo el año, ni que fuese por llevar la contraria, eso sí sería a celebrar. Mientras eso no llegue, hemos de conformarnos con que vayan a trabajar el 6 de diciembre y el 12 de octubre, ni siquiera tenemos la suerte de que, como ateos, acudan al puesto de trabajo también el 25 de diciembre, debe de ser pecado y, aunque no crean del todo, más vale no tentar a la suerte.
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