Satanás Trump desata el júbilo en Gaza
La flotilla, Sánchez o los saboteadores de la Vuelta pueden reclamar su protagonismo en la consecución del paréntesis bélico, pero abrazados al presidente de EEUU
Israel ratifica el acuerdo de paz con Hamás para aplicar la primera fase del plan de Trump para Gaza

Foto de Donald Trump con el lema 'El presidente de la paz' distribuida por la Casa Blanca. / Casa Blanca
Para tranquilizar a los desorientados a quienes se les ha atragantado el pañuelo palestino, el plan de paz de Donald Trump en Gaza acabará mal, al igual que iniciativas previas de Jimmy Carter o Bill Clinton durante la guerra palestina de los ochenta años. Cuesta imaginar que se acaben levantando la Riviera Trump, el Boulevard Mohamed binSalman o el complejo industrial Elon Musk, por citar los enclaves más renombrados del plan de reconstrucción de la franja auspiciado por Estados Unidos.
No es menos cierto, como diría un abogado en el foro, que la gestión de Trump ha desatado el júbilo en Palestina salvo que se hayan falsificado las imágenes al respecto. La humillación le duele más a Netanyahu, vasallo de Washington, que la acusación de genocidio.
Aunque se reduzca el plan de paz a una frágil tregua, cuesta no adjuntarle el nombre de Trump, con lo cual el único titular posible sería «Satanás pacifica Gaza», por algo Jomeini hablaba del Gran Satán americano y el pequeño Satán israelí. Una vez más, la mojigatería ha caído derrotada ante la política de las evidencias. Los pacifistas unidimensionales jamás captarán la historia real, donde Churchill no celebra el juicio de Nuremberg contra los genocidas nazis, sino que se plantea preocupado que «más nos vale ganar la próxima guerra».
La flotilla, Sánchez o los saboteadores de la Vuelta pueden reclamar su protagonismo en la consecución del paréntesis bélico, pero abrazados a Trump. Dado que no se le puede reconocer mérito alguno al inquilino de la Casa Blanca, se censura que haya acelerado el proceso para reforzar su candidatura al Nobel de la Paz. Jamás se reprocha a un deportista, artista o político que se esmere para alcanzar el triunfo. No se trata de determinar si Satanás Trump merece el galardón emitido por Oslo, sino de señalar en qué se diferencia su contribución a la paz de los méritos atesorados por Obama, Carter, Arafat o Rabin. O dicho de otra manera, consulten a los gazatís que han salido a la calle quién merece el premio noruego.
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