Saltar al contenido principalSaltar al pie de página
Opinión | Nuestro mundo es el mundo
Por qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

¿La paz por la fuerza?

Trump merece un gran aplauso por haber logrado parar el infierno en Gaza que duraba ya dos años, pero han hecho bien en no otorgarle el Nobel de la Paz que exigía

Fotografía distribuida por la Casa Blanca que muestra al presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, sujetando el teléfono al primer ministro de Israel, Binyamin Netanyahu, mientras este pide disculpas a Catar.

Fotografía distribuida por la Casa Blanca que muestra al presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, sujetando el teléfono al primer ministro de Israel, Binyamin Netanyahu, mientras este pide disculpas a Catar. / The White House / Efe

Llegó el alto el fuego. El arranque del plan de paz de Trump. Viernes de alegría. Los gazatís volvían a sus casas por la estrecha carretera que tanto hemos visto en TV. También en Israel por el esperado retorno de los rehenes que aún estén vivos. Pero los familiares de las víctimas no lo agradecen a Netanyahu -creen que quería 'limpiar' Gaza y no le importaban los rehenes-, sino a Trump, que se ha apuntado un gran tanto. Ha parado la masacre o el genocidio (el hábito no hace al monje), los rehenes serán liberados -también 2.000 presos palestinos-, y entrará ayuda internacional.

Luego veremos si Hamás entrega las armas, si el Ejército israelí se retira de Gaza, si llega una fuerza internacional pacificadora y si unos tecnócratas palestinos -seleccionados no sabemos cómo- empiezan la reconstrucción bajo la vigilancia de un comité presidido por Trump, en el que estará Tony Blair. Los críticos lo llaman “protectorado”. Cierto, pero mucho mejor que un país en exterminio. Mas tarde…

Trump merece un gran aplauso por haber parado la masacre. En su primer mandato reconoció Jerusalén como la capital de Israel -bofetada a la causa palestina-, pero también logró, con los Acuerdos de Abraham, restablecer las relaciones entre Israel y algunos estados árabes. Quería bajar el clima de guerra y favorecer los intercambios económicos y los negocios. Pero el gran obstáculo siempre era Palestina. Netanyahu no aceptaba “los dos estados”. Los palestinos estaban partidos.

Y el 7 de octubre del 2023 estalló el salvaje ataque terrorista de Hamás, que saltó las blindadas fronteras de Israel, asesinó a 1.200 personas y secuestró a 250. Israel quedó en estado de 'shock' -la peor matanza de judíos desde Hitler- y Netanyahu empezó su guerra contra Hamás, que ha ido degenerando en una masacre. ¿Por qué Trump ha logrado parar -con un horizonte de paz- algo en lo que Biden solo logró cortas treguas?

A su manera Trump ha impuesto la paz por la fuerza. Hamás había dilapidado todo su crédito. Y la brutalidad israelí le estaba liquidando al atacar a toda la población, lo que reducía su autoridad. Y los estados árabes solo querían ayudarle si aceptaba la derrota. Pero Israel había sobrepasado todos los límites. Más de 60.000 muertos, el intento de 'limpiar' Gaza de palestinos (como fuera), el dictamen de genocidio de la ONU, el reconocimiento de Palestina -España ya lo había hecho- por Francia, Gran Bretaña, Canadá y Australia. Israel se iba quedando solo y corría el riesgo de un boicot como el de la Sudáfrica del apartheid. Netanyahu no podía negarse a la presión de Trump, que le había apoyado a fondo, de negociar con Catar y Egipto como mediadores. Pero quería que fracasara y por eso intentó matar a los negociadores de Hamás que estaban en Catar.

El presidente ha permitido, sin complejos, la brutalidad de Netanyahu y luego la fuerza residual de Hamás (los rehenes), la de los países árabes y la gran indignación internacional para forzar a Israel a aceptar su plan de paz

Y entonces Trump -al que nadie en Israel, ni en América, podrá acusar de antijudío- se impuso a Netanyahu. Tenía que aceptar un plan de paz, pactado con los países árabes, que diera seguridad a Israel, acabara con el genocidio en Gaza y abriera una esperanza de paz. Cuando Netanyahu ya estaba acabando con Hamás, Trump, con toda la potencia americana, el peso de los países árabes productores de petróleo y la gran indignación internacional, le forzó a aceptar un plan de paz que pone fin a la masacre. Será aplaudido en el parlamento israelí y Khalil al Hayya, jefe de Hamás, dice que lo ha firmado porque Trump le ha dado garantías. ¿Ha usado la fuerza del uno (Israel) contra el otro (Hamás), y luego, la de Hamás, los países árabes y la gran indignación internacional contra Netanyahu? Ha logrado algo que hace poco parecía imposible.

Trump merece un aplauso por el cese de la masacre en Gaza. Pero no debía recibir el Premio Nobel de la Paz, que quería y casi exigía para satisfacer su vanidad y para su prestigio. El Nobel de la Paz -que no es inmaculado- no debía ir a quien ha rebautizado al secretario de Defensa como secretario de Guerra. A quien deporta inmigrantes privándoles de todos sus derechos. A quien utiliza la presidencia para perseguir a los que le molestan y considera enemigos: el gobernador de Illinois, Harvard, el exjefe del FBI, la fiscal de Nueva York…

¿Paz sin respeto a los derechos humanos? En todo caso, no el Nobel de la Paz.

Suscríbete para seguir leyendo