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Opinión | 'Civet' de Fonteta
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Luis Conde se queja

El empresario, que siempre ha pedido el diálogo entre Madrid y Barcelona para superar los problemas de España, se lamentó este año de la total ausencia de negociación entre el Gobierno y la oposición, que impide cualquier acuerdo sobre los incendios o el acceso a la vivienda

Imagen de la comida celebrada este sábado en Fonteta (Baix Empordà)

Imagen de la comida celebrada este sábado en Fonteta (Baix Empordà) / EL PERIÓDICO

El civet de Fonteta es un almuerzo anual que organiza Luís Conde en su finca de esta localidad ampurdanesa. Reúne a unas 400 personas (477 este año) con la finalidad de recoger fondos para una fundación de ayuda a jóvenes discapacitados. El sábado se lograron más de 100.000 euros, aunque las cifras todavía no están cerradas. Pero es también una relevante cita social que reúne a políticos de distinta significación con empresarios de toda España, básicamente de Barcelona y Madrid. Conde predica que para que el país prospere las empresas deben crecer, crear empleo y –se dedica a la caza de talentos y selección de personal– estar bien dirigidas. Y que el diálogo con los políticos es positivo.

Si no me equivoco, Artur Mas ha sido el presidente de la Generalitat más asiduo al civet, incluso en pleno procés. Pero pese a ello tampoco dudó en hacer a Esperanza Aguirre presidenta de su firma en Madrid. No era fácil. Se requería cierta osadía y la convicción de que el diálogo es compatible con las disputas. Y que incluso puede ayudar a limarlas. ¿La prueba? Él convivía a gusto con Mas y Aguirre, aunque no siempre juntos y revueltos. Y en sus palabras de este civet –ya van doce– subrayó que el president Salvador Illa ha sabido rebajar las tensiones y que Catalunya respira hoy aliviada y menos crispada. Y junto al president del Parlament, Josep Rull, estaba el nuevo presidente del PNV, Aitor Esteban, acompañado de Andoni Ortuzar, un incondicional de Fonteta. Con tres ministros: el catalán Jordi Hereu, Félix Bolaños y Óscar Puente. Y la expresidenta del Congreso, Ana Pastor, que no creo que haya fallado nunca. Junto a Jorge Azcón, el presidente de Aragón, y los populares Elías Bendodo y Alejandro Fernández.

Pero algo ha cambiado. Conde pedía diálogo entre Madrid y Barcelona. Y entre Catalunya y España. Y lo hacía siempre con convicción y esperanza. Incluso en los peores momentos. Sin embargo, este año noté más relajación respecto a Catalunya y, por el contrario, una amarga sensación de queja cuando lamentó que en las últimas legislaturas no ha visto ningún diálogo entre Gobierno y oposición. Y recalcó que dialogar exige reconocer la legitimidad del otro y, aceptando las diferencias, saber ceder y encontrar puntos en común para lograr acuerdos. Sobre los incendios, el acceso a la vivienda...

¿Ha pasado el optimista Conde –no sería el único empresario– de la esperanza al desconcierto por el continuo e infructífero diálogo de sordos entre Sánchez y Feijóo? Recordó que Suárez y Felipe González sí supieron impulsar la Constitución. ¡Extraño! Suárez había sido camisa azul y secretario general del Movimiento franquista y Felipe venía del PSOE clandestino que en sus primeros mítines coreaba aquello de ¡España, mañana, será republicana! Pero Suárez y Felipe –más Fraga y Carrillo– pactaron la Constitución del 78. Ahora, en cambio, Feijóo y Sánchez, que vivieron poco o nada la dictadura, no saben pactar ni la ley del suelo. ¿Por qué son más intolerantes?

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