La Vuelta, menos boicots y más bicis

Manifestantes propalestinos protestan mientras un ciclista compite durante la 18.ª etapa de la Vuelta a España, una contrarreloj de 12,2 km entre Valladolid y Valladolid, el 11 de septiembre de 2025 / MIGUEL RIOPA //AFP
Madrid, ciudad donde se puede ser castizo, y, al mismo tiempo, abrazar al diferente, acoge mañana la última etapa de la Vuelta a España. La llegada en el paseo de la Castellana debería ser una fiesta para una competición que en 2025 cumple 90 años. Sin embargo, el final puede truncarse. Activistas propalestinos vinculados a partidos y movimientos de izquierda quieren boicotear la prueba por la participación del equipo Israel Premier Tech. Ya lo hicieron en las semanas previas, obligando a suspender o modificar el recorrido de varias etapas, como la contrarreloj de Valladolid.
Los convocantes aciertan al condenar las atrocidades del régimen de Benjamín Netanyahu y al instar a la ciudadanía a manifestarse en contra de la pasividad de buena parte de los gobiernos y de las organizaciones multilaterales. En cambio, se equivocan si las protestas, por muy legítimas que sean, torpedean el final de la Vuelta, como puede leerse estos días en redes sociales y grupos de WhatsApp de partidos políticos como Podemos. Por no hablar de la irresponsabilidad en la que incurrirían los manifestantes si ponen en peligro la seguridad de la organización, de los ciclistas y del público. Tampoco es muy edificante la voluntad de los activistas de convertir a todo israelí o judío, per se, en sinónimo de Netanyahu, como ya dijimos en el editorial del 4 de septiembre.
De cara a próximas ediciones, habrá que reflexionar sobre cómo deben ser estas pruebas, en un proceso que ha de incluir a todos los actores del ciclismo. Hasta que eso no suceda, pretender que el equipo israelí se retirase de forma voluntaria o que fuera expulsado por la Vuelta o la Unión Ciclista Internacional es una ingenuidad infantil, sobre todo cuando no consta sanción sobre la escuadra ni sobre sus corredores.
En cualquier caso, mañana toca huir del lamento y disfrutar del ciclismo. Manifestarse también, sí, pero sin llegar a un boicot que sería sectario y contrario a la esencia de Madrid, esa ciudad auténtica, acogedora, dinámica, disfrutona y plural que existe, aunque algunos no lo crean.
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