Opinión | Guerra comercial
Rafael Vilasanjuan
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Socios o vasallos

El miércoles es el último día para que Europa cierre un pacto con EEUU sobre los aranceles y el dilema está en saber qué trato dará Trump a la Unión

El presidente de EEUU Donald Trump anunciando las tarifas arancelarias.

El presidente de EEUU Donald Trump anunciando las tarifas arancelarias. / Kent Nishimura (Efe)

Por ahora solo dos países han cerrado acuerdos con EEUU desde que el presidente anunciara en aquella pizarra analógica, tan vieja como inconsistente, que iba a romper las normas del comercio mundial. ¿Llegará Europa a un acuerdo en los aranceles? El miércoles está marcado en el calendario como el último día para cerrar un pacto. 

Algunos detalles han empezado a emerger: mantener la tasa elevada al acero y subir las de los automóviles y la industria alimentaria. Las negociaciones se intensifican a última hora y es previsible que entre hoy y mañana empecemos a poder intuir si el castigo es menor o si realmente vamos a quedar sometidos, como ya ocurrió con el aumento en el gasto en defensa para contribuir a una OTAN que el propio Donald Trump ha vaciado de valor.  

En todo caso Europa, una vez más, tiene miedo. Acostumbrados a la mano acogedora del hermano mayor, el abismo al que nos ha llevado Trump produce vértigo. Algunos países de la UE quieren pensar que este es un episodio pasajero que acabará y que por tanto no hay que romper la baraja. Pero de momento la guerra de aranceles, que dista mucho de estar acabada, ya ha roto la cadena de producción y aprovisionamiento. Los aranceles hacen difícil que las empresas, incluidas las americanas, planifiquen compras y envío a largo plazo, donde se obtiene un beneficio marginal importante.

Los aranceles pueden perseguir dos objetivos. El primero es recaudar más impuestos para el gobierno que los impone, impuestos que además vienen de fuera. La segunda es industrializar y mantener puestos de trabajo en el país, evitando los productos de fuera. El problema es que son objetivos autoexcluyentes: el efecto de uno anula la posibilidad del otro y, de momento, las plantas de producción no regresan con tanta imprevisión, pero EEUU está recaudando mucho dinero en las tarifas que está aplicando y va a ser difícil que en este ambiente Europa consiga algo más que un mal menor. El dilema está en saber si Trump nos va a tratar como socios o definitivamente nos considera vasallos.

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