Opinión | La gobernabilidad

Rosa Paz

Rosa Paz

Periodista. Comité editorial de EL PERIÓDICO

La confianza, los presupuestos

El PP respira la euforia de verse ya próximo a echar a Sánchez de la Moncloa o meterlo en la cárcel: ¿para qué acordarse de la Gürtel si tus rivales se lamen las heridas?

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Alberto Núñez Feijóo e Isabel Díaz Ayuso, en el Congreso Nacional del PP, este fin de semana.

Alberto Núñez Feijóo e Isabel Díaz Ayuso, en el Congreso Nacional del PP, este fin de semana.

Ya se sabe que la alegría va por barrios, una expresión popular que ha tenido su plasmación en Madrid el pasado fin de semana. En una punta de la ciudad, el PP respiraba la euforia de verse ya próximo a su objetivo: echar a Pedro Sánchez de la Moncloa o meterle en la cárcel, a tenor de lo dicho por José María Aznar, quien dio muestras de la amnesia selectiva que padece. La misma enfermedad que parece sufrir Mariano Rajoy. Porque ambos se regodearon en la paja en el ojo ajeno, olvidando la dimensión de la viga en el suyo. Esa desmemoria permite que mane con tanta naturalidad el entusiasmo. ¿Para qué acordarse de la Gürtel si en el otro extremo de Madrid los rivales se lamen las heridas, mientras buscan la manera de permanecer a flote? Esos son los estados de ánimo. Un PP que se ve ya a las puertas del poder, aunque Aznar le puso como deberes al líder, Alberto Núñez Feijóo, que agrupe todo el voto conservador en sus siglas para obtener la mayoría absoluta, y un PSOE que creía tener un 'capitán' imbatible, pero que ahora está tocado, aunque todavía no hundido, y al que el presidente castellano-manchego, Emiliano García Page, con el apoyo también de algunos amnésicos de ese lado, le exige o moción de confianza o elecciones.

El comité federal de los náufragos fue solo la primera parte de una obra en dos funciones con la que Sánchez trata de encontrar una salida tras el caso Cerdán. El primer acto no le salió del todo bien pese a que se representaba en casa. El segundo tendrá lugar este miércoles en el Congreso de los Diputados, bajo el cañoneo sin tregua del PP, y su éxito dependerá de lo que proponga Sánchez, pero también de la disposición de sus socios a sostenerlo. No hay mimbres para que el jefe del Ejecutivo se someta a una cuestión de confianza, como no los hay para que Feijóo plantee una moción de censura. El PP no tiene apoyos suficientes para ganarla y los aliados de Sánchez, aunque prefieren que el Gobierno siga, no quieren retratarse votándole una investidura bis. 

El presidente busca, no obstante, la manera de salvar lo que queda de legislatura o al menos parte de ella. Y solo tiene, salvo sorpresas, un as en la mano, que tampoco es fácil de jugar: presentar a la vuelta del verano un proyecto de presupuestos, en tiempo y forma, y conseguir aprobarlo. El voto en los presupuestos generales no es personalista, es a cosas tangibles, y podría ser una vía para que los grupos que aún apuntalan al Gobierno le renueven su respaldo. Si no ha sido capaz de aprobar los presupuestos en estos dos últimos años ¿cómo podría sacar los de 2026? Puestos entre la espada y la pared de una convocatoria electoral que diera paso a un Gobierno del PP con Vox —ya ha dicho Feijóo que prefiere solo, pero que no le hará ascos a la ultraderecha—, los socios del Ejecutivo podrían hacer un ejercicio de sensatez que diera aire a la legislatura y que resultaría más fácil de explicar a sus electorados. La última ¿penúltima? jugada de Sánchez a todo o nada. También Feijóo, pese al regocijo del congreso popular, puede estar en su momento 'ahora o nunca'. Solos, los dos, ante el peligro.

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