Opinión | Habaneras
Albert Soler

Albert Soler

Periodista

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Y este sábado, la revuelta

Si no se tuercen las cosas, 'El meu avi' está a punto de convertirse en un himno de libertad

La Cantada de Habaneras de Calella de Palafrugell no acabará con 'El meu avi' por primera vez en casi 50 ediciones

Imagen de la Cantada d’Havaneras que se celebra cada año en Calella de Palafrugell.

Imagen de la Cantada d’Havaneras que se celebra cada año en Calella de Palafrugell. / ACN / TANIA TAPIA

Para este sábado se anuncia una auténtica revolución en Catalunya, esta vez de verdad: cantar clandestinamente 'El meu avi' en las habaneras de Calella de Palafrugell. Así, de entrada, no parece una acción muy temeraria, pero tal como están los tiempos, hasta una cosa tan sencilla se convierte en un grito contra los abusos del poder. Además, sabido es que los catalanes no somos dados a demasiadas heroicidades, así que tal vez lo de cantar una habanera, aunque sea flojito, esté más a nuestro alcance que proclamar una republiqueta. El pueblo, indignado porque el ayuntamiento de Palafrugell ha decidido censurar a la más famosa habanera eliminándola de la programación, ya ha empezado a filtrar la consigna: “el sábado en Calella, todo el público a cantar 'El meu avi' a capella”. Si no se tuercen las cosas, 'El meu avi' está a punto de convertirse en un himno de libertad, quién se lo iba a decir al bueno de Ortega Monasterio, que lo único que pretendía al componerla era contarnos que su abuelo participó en la guerra de Cuba pimplándose un buen tazón de ron con café cada vez que su barco salía a la mar, seguramente el pobre se mareaba y ese mejunje era como una biodramina casera.

Qué días nos toca vivir, en los que cantar una habanera supone enfrentarse al poder. Pero así están las cosas. Antes, en las manifestaciones se cantaba 'L’estaca', 'La Internacional', 'Grandola Vila Morena', 'Imagine', 'En la fiesta de Blas' o 'Bella Ciao', aunque esta última perdió empuje revolucionario desde que la cantó y bailó Pilar Rahola acompañada de un vejete a la guitarra, hay imágenes tan atroces que son capaces de romper el hechizo de cualquier melodía. Gracias a la alcaldesa de Palafrugell (del PSC, note el lector cómo la nueva censura proviene siempre de la izquierda), pronto 'El meu avi' adquirirá el estatus de salmo de los oprimidos, de cántico del pueblo que se rebela contra los abusos de sus gobernantes. Todo empezará este sábado en Calella, la zona cero de la pijería catalana - ¿acaso no fue la burguesía quien inició la revolución francesa? -, con miles de voces desafiando al poder y gritando al mundo que “quan el català sortia a la mar, els nois de Calella feien un cremat”. Pero continuará por todo el globo, y pronto los palestinos se enfrentarán a Israel clamando que “tingueren la culpa els americans”, las mujeres afganas se rebelarán contra los talibanes asegurando que “mans a la guitarra, solien cantar”, y Pedro Sánchez saldrá compungido por televisión y, tras jurar que no sabía nada de la corrupción en su gobierno y que sigue profundamente enamorado de su señora, nos informará de que él es inocente y de que “els valents de a bordo no varen tornar”. No habrá movilización en ningún lugar del mundo sin pancarta y octavillas que recen “el meu avi enmig de tots!”, y se venderán camisetas y pins con la leyenda “Apa, nois, que és tard!”. Incluso la ANC prepara una gran pancarta para el próximo 11 de septiembre, acusando sin ambages a los partidos políticos que se denominaban independentistas: “Arribaren temps de guerra, de perfídies i traicions”. El Vivales, por su parte, eliminará de su mansión de Waterloo la placa que dice “Casa de la Republiqueta”, hace tiempo obsoleta, y colocará en su lugar otra que dirá “El timoner i nostramo i catorze mariners”, en alusión y agradecimiento a quienes creen todavía en su proyecto.

Pocas opciones le quedan a la alcaldesa de Palafrugell ante la revuelta que se prepara. Si acaso, podría instalar altavoces gigantes en la playa, para que ahoguen la afrenta que se prepara contra su sagrada voluntad de prohibir las canciones que le dé la gana. A la que la gente empiece con las primeras notas d’'El meu avi', puede contraatacar con 'Yo te diré' a 140 decibelios, que al fin y al cabo es también una habanera, también tiene que ver con una guerra colonial y -que me perdone Ortega Monasterio- tiene bastante más calidad.

Este sábado, la revuelta. Ya sé que no es lo mismo movilizarse a favor de una habanera que por la republiqueta, pero es mucho más sensato y racional.