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Josep Cuní

Josep Cuní

Periodista.

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Pedro Sánchez: escuela de calor

El presidente tiene a su favor su manual de resistencia, la economía, su válvula de escape internacional y las cartas credenciales de la oposición. En contra, su pérdida de credibilidad

Feijóo confirma a Miguel Tellado como secretario general del PP y aúpa a Ester Muñoz a portavoz en el Congreso

Santos Cerdán pide salir de prisión y acusa al juez de encarcelarle sin "material incriminatorio"

Pedro Sánchez, ahir a la Conferència de l’ONU a Sevilla. | EFE

Pedro Sánchez, ahir a la Conferència de l’ONU a Sevilla. | EFE

El calor es un mal amigo. Su efecto en el carácter y comportamiento de las personas está más que estudiado. La irritabilidad y la agresividad a causa de las altas temperaturas son dos alteraciones que, según la psicología, pueden empujar a la ansiedad y al estrés. El cuadro clínico se completa con el riesgo de una afectación en la toma de decisiones, provocada por las más que probables recciones impulsivas.

Con este diagnóstico ambiental sobrevolando el país, este no sería el mejor fin de semana para que los dos grandes partidos se encierren para analizar su situación y saquen sus mejores conclusiones. Menos aún, si uno debe evaluarse para resistir y el otro para seguir atacando. Sin embargo, ambos tienen sus defensas habituadas a responder en situaciones límite. Tanto que, escuchándoles cualquier momento del año, parecería que vivimos en un país tropical. Todavía no. Pero que parezcan ajenos a olas de temperaturas sofocantes no significa que sus termómetros sean los adecuados para determinar con precisión la calentura real de la sociedad y el estado de sus constantes vitales.

Con la elección de Miguel Tellado como secretario general del PP en su congreso de estos días, ya queda claro que el ambiente político seguirá tórrido y asfixiante. La verdad será lo menos importante y las descalificaciones lo más recurrente. Es una descripción que al designado por Núñez Feijóo lejos de incomodarle le pone. Lo exhibe su currículum parlamentario y mediático, que persigue un doble fin: llevar a su jefe a la Moncloa y neutralizar la fuga de votos hacia Vox. En consecuencia, debe mantener los decibelios tan altos como lo hacen los seguidores de Trump, aplicando parte del ideario que los republicanos radicales de Estados Unidos esgrimieron contra Obama. Haciendo creer que no era oriundo del país y su partida de nacimiento estaba falsificada, le deslegitimaron desde el primer momento para ocupar la Casa Blanca. Argumentario adaptado años después, con ayuda judicial, por los promotores de la campaña de desprestigio a Pedro Sánchez Pérez-Castejón (Madrid, 29 de febrero de 1972).

El presidente del Gobierno se ha caracterizado por una resistencia contumaz, solo disimulada durante los dramáticos cinco días de reflexión. Aquella pausa indicó que su talón de Aquiles no está en su cuarzo político sino en su talco emocional. Mineral que se altera fácilmente por los acechos a sus inquietudes íntimas y sus confianzas personales. Su esposa entonces, ahora su hombre de máxima confianza perdida.

La turbación de Sánchez ha sido tal que mantuvo la fe en Santos Cerdán hasta el último minuto. Justo cuando uno de sus ministros, le sugirió: “que vaya a Moncloa, te mire a los ojos y ruede su cabeza por las escaleras”. Este relato de Esther Palomera, con aire de Shakespeare, describe el dramatismo vivido del que el PSOE tardará en recuperarse.

Pedro Sánchez tiene a su favor su manual de resistencia, la economía, su hábil válvula de escape internacional y las conocidas cartas credenciales de la oposición. En contra, su pérdida de credibilidad ante el supuesto desconocimiento de causa que, lejos de eximirle de responsabilidad, se la exige. También su dependencia parlamentaria de algunos insaciables aliados, que rompen todo lo que tocan. Ah! y aquellos viejos propios, que se comportan como extraños. Será por el calor acumulado.

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