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BarMar, equilibrio sostenible

El proyecto de este hidroducto ayudará a avanzar en los objetivos climáticos fijados por la Unión Europea

Proyecto del hidroducto BarMar.

Proyecto del hidroducto BarMar. / Alex R. Fischer

La constitución, el pasado jueves, de una empresa hispano-francesa para el desarrollo y la explotación del hidroducto BarMar, que transportará mediante una conexión submarina hidrógeno verde desde Barcelona a Marsella, es un paso esencial para la puesta en marcha de un proyecto estratégico, que pretende avanzar hacia la autonomía energética de la Unión Europea. Es destacable que el capital sea al 50% del operador del sistema gasístico español, Enagás, y al 50% a repartir entre dos compañías francesas, NaTran y Teréga. También es importante que el consejero delegado de la nueva empresa sea el español Francisco de la Flor, con un amplísimo currículo en el sector, que avala su capacitación para el cargo. La sede se establecerá en la región francesa de Provenza-Alpes-Costa Azul. El contexto en el que se gesta esta empresa es fundamental para entender la decisiva envergadura del proyecto. La decisión de abordar esta interconexión entre Barcelona y Marsella, 455 kilómetros de tubería submarina y 2.500 millones de presupuesto, fue adoptada por los gobiernos español, francés y portugués en octubre de 2022, unos meses después de que Rusia invadiera Ucrania y de que la Unión Europea sufriera las consecuencias de esa guerra en el suministro y en el precio del gas. De la importancia de la iniciativa da también medida el hecho de que fueran los mandatarios de los tres países, Pedro Sánchez, Emmanuel Macron y António Costa, quienes la anunciaran públicamente.

El proyecto se enmarca en un plan más amplio, el H2Med, que conectará también con Portugal, y pretende garantizar la estabilidad energética de la UE, reducir la dependencia de los combustibles fósiles y frenar el alza de los precios. España, y Catalunya en particular, van a tener una papel decisivo en esta operación, porque es en este territorio donde existe una capacidad de almacenamiento de entre el 35% y el 40% del total de Europa. Solo la planta de Barcelona, la más grande de la Europa continental, tiene una capacidad del 7%, según explicó el presidente de Enagás, Antonio Llardén, en la primera edición de European Bridges, la tribuna informativa de EL PERIÓDICO y Prensa Ibérica, organizada en colaboración con Agenda Pública y la Generalitat. Ese dato convierte a Catalunya en un actor fundamental para garantizar el suministro de hidrógeno verde y de otros gases renovables a la Unión Europea. Muestra, por tanto, la dimensión que el proyecto entraña para los intereses económicos españoles y catalanes.

Pero la importancia de la operación no acaba ahí. Su potencialidad es también enorme para el resto de los países de la UE, cuya dependencia del gas ruso les puso en situación crítica con la guerra en Ucrania. En aquel momento, la capacidad de almacenamiento española y el hecho de que el gas llegara a la península desde Argelia y Marruecos, permitió a España no solo lograr de la UE la excepción ibérica, que mantuvo los precios controlados, sino también la posibilidad de exportar gas a Portugal, Francia e Italia. La necesidad de avanzar en las interconexiones, frenadas por razones no siempre comprensibles, quedó entonces meridianamente clara. BarMar no solo permitirá llevar hidrógeno a Francia y de allí a otros países, ayudará también a avanzar en los objetivos climáticos fijados por la UE, con alternativas no contaminantes y más baratas.