El eco del rencor
El diálogo que durante décadas nos hemos negado, la incapacidad de reparación y reconciliación, siguen lastrando nuestra democracia
Los barones del PP coinciden con Feijóo en no buscar una moción de censura con Puigdemont: "Este Gobierno va a caer solo"
Sánchez prepara medidas para su comparecencia en el Congreso por el caso Cerdán: del castigo a corruptores a la abolición de la prostitución

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, durante una sesión de control al Gobierno, en el Congreso de los Diputados, a 18 de junio de 2025, en Madrid (España). / Jesús Hellín - Europa Press
Esta es la historia de dos Españas que, generación tras generación, parecen empecinadas en seguir contándose el mismo relato. Una mitad es incapaz de soportar a una derecha que hace del centralismo su bandera y que desprecia todo lo que escapa de su visión reduccionista. Otra mitad desprecia a una izquierda que, por mucho que cambien los nombres y los gobiernos, asocia con el desorden político, social y moral. Con el fortalecimiento de la ultraderecha, las posiciones se enconan. La primera mitad contiene el aliento. La otra anda envalentonada.
Esas dos Españas siguen latentes en la memoria colectiva. La reconciliación es la gran asignatura pendiente (no ayudó que la Transición confundiera ‘perdón’ con ‘olvido’) y la paz tiene algo de tregua extendida. Demasiado a menudo, el victimismo aparece como refugio, más como un modo de perpetuar la afrenta que como un camino para reparar la herida y evitar que regrese el dolor. Igual que en toda pulsión nacionalista, prevalece la negación del otro. Sin reconocimiento no hay diálogo.
El escenario político global no ayuda, triunfa la política de la fuerza y de la deshumanización. La capacidad de pactar está desprestigiada, y tanto Feijóo como Pedro Sánchez se utilizan mutuamente para agitar el espantajo del miedo y el rencor. El PP lo lleva en su ADN y, sobre todo, sabe que le funciona electoralmente. A la izquierda le cuesta encontrar un mensaje ilusionante (como al resto de la socialdemocracia) y también sabe que es gasolina para las urnas.
La historia de este sempiterno desencuentro está escribiendo nuevas páginas estos días. Ahí está Feijóo, incapaz de sacar adelante una moción de censura. Y Sánchez, asfixiado por el cerco de la corrupción, que aún encuentra cierto ¿apoyo? ¿justificación? por esa media España que se debate entre la ética y el temor a un gobierno PP-Vox. El diálogo que durante décadas nos hemos negado, la incapacidad de reparación y reconciliación, siguen lastrando nuestra democracia. Aún más, ante la creciente amenaza de la ultraderecha.
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