Opinión | Décima avenida
Joan Cañete Bayle
Por qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Trump, el mejor aliado de Sánchez

El presidente usa la arena internacional para reforzar su discurso de 'o la extrema derecha o yo' al que fía su supervivencia política

Sánchez minimiza la amenaza de Trump y se resguarda en el mercado único de la UE para negociar los aranceles

Trump dice que España es un "problema" para la OTAN por su rechazo a aumentar el gasto en defensa

Sánchez reclama a la UE que suspenda de inmediato su acuerdo de asociación con Israel

Sánchez reclama a la UE que suspenda de inmediato su acuerdo de asociación con Israel

Hay una opinión ampliamente compartida entre muchos analistas políticos: el mejor aliado político de Pedro Sánchez en estos momentos de zozobra es Donald Trump. Cuando caen chuzos de punta sobre el presidente del Gobierno a cuenta del trío del Peugeot (Santos Cerdán, José Luis Ábalos y Koldo García), las amenazas de guerra comercial del mandatario estadounidense contra España a causa del gasto en defensa refuerzan el discurso de Sánchez de que la única decisión política que cuenta hoy es entre él y la extrema derecha. En ocasiones, la extrema derecha es Vox; en otras, el PP, ya sea Alberto Núñez Feijóo o Isabel Díaz Ayuso; pero la cumbre de la OTAN ha puesto de manifiesto que hay otra extrema derecha, de la que Sánchez es su autoproclamado némesis: o Sánchez o el trumpismo, en la OTAN, en la UE y allí donde sea necesario.

Sánchez ha jugado esta legislatura con habilidad la vieja carta del enemigo exterior. Atado de pies y manos con su exigua mayoría en el Congreso, la política exterior es un fenomenal vehículo para marcar perfil ideológico. Ya sea Israel, ya sea Ucrania, ya sea el trumpismo, el presidente del Gobierno ha usado los corrillos de líderes en Bruselas, las visitas a Rafah y las fotos de familia en La Haya para hacer política interior. Mostrar músculo ideológico más allá de las fronteras suele salir más barato que dentro. Bien lo saben los periodistas que se dedican a asuntos internacionales, conscientes de que Binyamín Netanyahu, por citar a un líder, no va a llamar a su director por una crónica crítica. Lo mismo le sucede, a su escala, al presidente del Gobierno: no va a perder un votante por su política internacional, pero sus declaraciones sí le ayudan a establecer el marco mental y político de su relato en términos domésticos.

Cuenta para ello Sánchez con dos aliados impagables, casi tan valiosos como el mismo Trump. El primero es Podemos, instalado en una ortodoxia de izquierda radical tan pura y de trazo grueso que, por contraste, convierte en estadista y sofisticado a cualquiera al que critica. El objetivo de la indignación ha cambiado, y la casta a derrocar hoy no son los estandartes del régimen de la Transición, sino los 'progres', el 'woke' y el buenismo. Pese a ello, Podemos, que ha contribuido como el que más a este cambio de los vientos a base de impulsar todas las guerras culturales identitarias que caben en el diccionario, ni se inmuta y sigue a lo suyo: crear una realidad imaginaria en la que solo caben cuatro puristas. En este asunto son radicalmente tradicionales de izquierdas, escuela ‘La vida de Brian’. Y con cada declaración airada y sumamente indignada de grandilocuentes palabras, Sánchez parece, por contraste, un tipo sensato.

El otro aliado de Sánchez, aún más valioso que Podemos, es el PP. Si la política exterior es para el socialista un vehículo ideológico, para los populares es un campo de minas. La discusión sobre el 5 % del gasto en defensa es significativa. ¿Está a favor o en contra el PP de que España se comprometa a esta inversión? Sánchez ha hecho malabarismos, pero el PP, según quién y cuándo hable, a veces parece Podemos (Sánchez se pliega a la OTAN), y otras, Trump, jaleando las amenazas del estadounidense de declarar una guerra comercial contra España, lo cual, en un partido tan patriótico, no deja de ser paradójico. Pero es que el PP, profundamente dolido por las dos grandes derrotas contra Sánchez (la moción de censura y la amarga victoria de Feijóo), no tiene otra política, interna o exterior, que derrocar a Sánchez. Y si para ello hay que hablar de fraude electoral en España, se hace. Y si hay que culpar a Sánchez de irresponsable por enfadar a Trump y de mentiroso por no admitir que ha aceptado las condiciones del estadounidense, se le acusa. Y ahí está Sánchez, una semana más vivo pese al trío del Peugeot.

El problema para el país es que el axioma de que la política exterior no pesa tanto como la doméstica hace tiempo que no es cierto, en un mundo interconectado y con órganos de gobernanza internacionales. Los compromisos financieros con la OTAN tienen consecuencias directas, vía presupuestos, en la vida diaria de los españoles. Y de ello apenas se ha discutido en este país. ¿Para qué? ¿Quién necesita debates serios cuando se pueden arrojar tuits desde las trincheras? 

Suscríbete para seguir leyendo