Opinión | NADA ES LO QUE PARECE
Albert Sáez

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Director de EL PERIÓDICO

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¿Qué pasa si pones a Koldo en la Casa Blanca?

Sorpresa en el Juventus tras el encuentro con Trump en el que se habló de Irán y género

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Una de las frases más entrañables de las anotaciones de Koldo García en su móvil es cuando dice «estoy cansado de que la gente me trate como aquel que da miedo, también hago cosas bien y con cabeza». Esta especie de autoconfesión dice mucho del personaje en una de las pocas ocasiones en las que no se apoya en un taco para expresarse. El «también» es definitivo, porque reconoce que hace muchas cosas mal y sin cabeza. Freud se pondría las botas con este fragmento, pero a mí me ha recordado a Donald Trump. Hay gente que convierte el «dar miedo» en la base de su carácter y de su modo de relacionarse con los demás.

Durante décadas, la educación, tanto en la familia como en la sociedad, se basó en dar miedo, un miedo omnipresente que acababa en última instancia en el temor de Dios. Un miedo que era la base de la dominación, especialmente de los hombres sobre las mujeres, de los adultos sobre los jóvenes, de los poderosos sobre los vulnerables. Este ejercicio autoritario del poder se ha ido perdiendo muy lentamente desde que entramos en la Edad Moderna cuando, como explica el historiador Christopher Clark, se empezaron a suceder una serie de emancipaciones, primero respecto a la religión, después respecto a la nobleza, a la familia, a la clase social y, finalmente, a los hombres.

Pero en una sociedad emancipada, el poder necesita de matones como Koldo para continuar dominando a personas y organizaciones. Ese es el drama para el PSOE, que Koldo no fue simplemente el cobrador del frac sino el primo de Zumosol que un día amenazaba a un director general de carreteras y otro a un presidente de comunidad autónoma que sabía que cuando llamaba Koldo era como si llamara Ábalos y cuando llamaba Ábalos era como si llamara... Ese es el tema de las próximas semanas. Koldo no era, pues, una oveja descarriada sino una forma de mandar. Ese es el error de Sánchez y también el drama actual de la política norteamericana porque allí lo que han hecho ha sido poner al matón, a Trump, en la Casa Blanca. 

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