Opinión | CORTO Y AL PIE
Gemma Martínez

Gemma Martínez

Directora adjunta de EL PERIÓDICO DE CATALUNYA

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Atender a los mayores, un deber de todos

Operarios  de un servicio funerario se disponen a trasladar los cadaveres de varios ancianos fallecidos por coronavirus en el centro de mayores Vitalia, en la localidad madrileña de Leganés.

Operarios de un servicio funerario se disponen a trasladar los cadaveres de varios ancianos fallecidos por coronavirus en el centro de mayores Vitalia, en la localidad madrileña de Leganés. / David Castro

Una sociedad se define por cómo trata a sus mayores, siempre, pero sobre todo ahora que el envejecimiento de la población avanza a una velocidad de vértigo. España lo sabe bien, inmersa en pleno invierno demográfico. Reconocer, proteger, cuidar y acompañar a los ancianos es un deber moral y una responsabilidad compartida entre familias, administraciones, instituciones sanitarias, empresas y medios de comunicación. Episodios de la historia reciente demuestran que no siempre se ha ejercido esta obligación. Así fue cuando las residencias geriátricas se convirtieron en la zona cero del coronavirus o cuando estos centros se quedaron sin electricidad durante el gran apagón del pasado abril.

En este contexto y después de que este domingo se celebrara el Día Mundial del Abuso y Maltrato en la Vejez, urge repensar las estructuras familiares, sociales y sanitarias para la mejor atención a unos mayores que cada vez más prefieren envejecer en casa y con la mayor autonomía posible. Que lo puedan hacer en un entorno seguro y digno obliga a familias -que no pueden olvidarse de quienes les precedieron-, cuidadores, sector público y otras redes de apoyo social. Quienes acaban ingresando en residencias, tanto públicas como privadas, deben recibir una atención asistencial de la máxima calidad. Para ello es imprescindible contar con instalaciones modernas y tecnológicamente avanzadas, gestionadas por personal suficiente y cualificado. Además, los precios por plaza deberían ajustarse, en la medida de lo posible, a las pensiones actuales.

Sin embargo, la realidad no siempre es así, por lo que planes como el de Catalunya, que destinará 20 millones de euros a reformar 70 residencias, son bienvenidos, aunque puedan quedarse cortos. En todo caso, cabe aplaudir algunas de sus iniciativas concretas, como que los mayores puedan convivir con otros usuarios (jóvenes con discapacidad y víctimas de violencia de género, entre otros). Ello ayudará a fortalecer los lazos sociales e intergeneracionales de unos mayores a los que debemos todo. Somos su legado y hemos de estar a su altura.

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