Opinión | La caja de resonancia
“Me lo entra, lo siento…”: ¿se agota la música urbana?
La nueva canción de Bad Gyal, ‘Da me’, ejemplifica la reiteración del monotema sexual en las músicas latinas de consumo después de varios años de recorrido y plantea dudas sobre el poso cultural que van a dejar en el camino

Concierto de Bad Gyal en el Palau Sant Jordi / Ferran Sendra
Escucho la nueva canción de Bad Gyal, ‘Da me’, y me encuentro con el relato filo-porno marca de la casa: “El baby que tengo, / en el sexo, es especialista / Me lo entra, lo siento / Pa’ ese tamaño estoy lista”. Y sigue: “con la boca el tanguita me quitó”, “me puso a cantar, el micro agarrar”… En el video, vemos a la diva del Maresme pasando el aspirador en lencería y taconazos, mientras se cruzan imágenes metafóricas: medio limón clavado en un exprimidor, como insinuando algo.
Esto ya no escandaliza a nadie, porque no estamos en 1983, cuando las Vulpes la liaron con ‘Me gusta ser una zorra’ (40 años antes que Zahara, Rigoberta Bandini y Nebulossa). Desde hace un tiempo hemos querido entender que la temática fogosa, descarada, del reguetón y de las músicas urbanas latinas era refrescante para nuestra mentalidad europea, tal vez constreñida o puritana, y más aún cuando quien la manejaba era una mujer, porque eso representaba una liberación y una equiparación de los roles. Bien, de acuerdo.
Mas: hemos recordado que el rock and roll también nació como una música carnal, tribal, incluso un poco tontorrona, rica en referencias sexuales (aunque entonces eran realmente transgresoras). Pero de eso hace 70 años, y tiempo después el rock evolucionó, y contribuyó a transformar el mundo, canalizando cavilaciones sobre la naturaleza humana, denuncias sociales y políticas, textos con entidad poética.
¿Y el reguetón y las latinidades de consumo? Así como unos años atrás hubo una ola de temática social en la música, ahora venimos de un tiempo en que el péndulo se ha ido al otro extremo: rodillo ‘disfrutón’, hedonismo sin doble fondo. Hay un reggaetón alternativo, claro, pero no es el del ‘mainstream’. La palabra más repetida en los conciertos de Bad Gyal es ‘culo’, y la segunda, ‘culón’, y no parece que, por ahora, su imaginario literario y simbólico dé indicios de evolucionar.
Me consuelo pensando en el número uno del ramo, Bad Bunny, que canta a las circunstancias culturales de Puerto Rico en su último disco, donde hay sutileza lírica (y guiños a la salsa, abriendo el espectro). Tal vez la fórmula esté llegando a su límite. Observo indicios de cansancio de ese imaginario y, más aún, de tener que justificarlo para evitar que te acusen de no estar al día. No se puede poner todo al mismo nivel: la música con sustancia y la que solo entretiene. Ese relativismo. ¿Podemos empezar a decirlo? ¿Qué poso dejan estas canciones? Bueno, tal vez en el futuro piensen que estos fueron tiempos excitantes, una orgía cada día.
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