Opinión | Las políticas de Netanyahu

Sergi Sol

Sergi Sol

Periodista

Barcelona

Dios sabe diferenciar las buenas almas

Aspecto de la ciudad de Jabaliya, destrozada por las bombas israelís, el pasado enero.

Aspecto de la ciudad de Jabaliya, destrozada por las bombas israelís, el pasado enero. / AP Photo/Abed Hajja

A caballo de los siglos XII y XIII el conde francés Simón de Montfort se dispuso a erradicar el mal de Carcasona, epicentro de la herejía cátara. Los cátaros, los buenos hombres, iban ganando adeptos ajenos a la disciplina de Roma. Por supuesto, el Papa en comunión con Dios, andaba inquieto y dispuesto a bendecir cualquier iniciativa para poner coto a tal infame propagación del mal como si de la peste se tratara. 

Ni corto ni perezoso, Simón entró con su caballería a sangre y fuego en la ciudad occitana. Su escabechina fue ejemplar. No dejó cabeza sobre hombros que se cruzara en su camino. Tras su gran victoria, asaltaron algunas dudas a las buenas gentes. Y es que con tanto ímpetu cómo había podido diferenciar el devoto Montfort a los buenos cristianos de los contagiados por la superchería cátara. A lo que no tuvo reparo en responder algo sí como 'yo se los mando todos a Nuestro Señor Jesucristo, él sabrá diferenciar las buenas de las malas almas'. 

Viene a cuento lo del conde por esas operaciones selectivas que llevan a cabo las Fuerzas de Defensa de Israel. Tanto en el solar de Gaza donde ya no queda piedra sobre piedra como en sus razias en el endiablado Irán de los ayatolás. Es justo recordar lo que reza el comunicado oficial israelí sobre la necesidad de actuar ante la amenaza nuclear iraní y sus legítimas ofensivas quirúrgicas: 'Israel no está atacando al pueblo iraní, sino a las fuerzas radicales que amenazan su seguridad' que es lo mismo que nos cuentan de los bombardeos en Gaza donde ya van por más de 50.000 víctimas. Todas o casi todas terroristas de Hamás, por supuesto. 

Por cierto, recapitulando, en la ofensiva sobre Gaza ya han muerto más palestinos que árabes en las guerras de la Independencia (1948), Seis Dias (1967) y Yom Kipur (1973), las tres grandes guerras con los ejércitos de sus vecinos árabes.  

Montfort confesó su credo sin ruborizarse. Está por ver si esos devotos ministros del Gobierno de Nethanyhu -colonos en Cisjordania que palmo a palmo se adueñan de esa tierra que según la Torá les pertenece- algún día confesarán sin rubor sus impulsos y determinación para culminar el sueño bíblico.

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