Pedro Sánchez catalaniza España
Seguro que alguno hay que entró formar parte del gobierno cargado de buenas intenciones, hasta que se dio cuenta de que, a fuerza de ser honrado, los otros le miraban como si fuese tonto
Santos Cerdán dimite como secretario de Organización y deja su escaño en el Congreso
La UCO señala al propio Sánchez: cesó en el verano de 2021 a Ábalos por cobrar mordidas "a espaldas del partido"

MADRID, 12/06/2025.- El presidente del Gobierno y líder del PSOE, Pedro Sánchez, ha admitido que los socialistas no debieron confiar en su hasta ahora secretario de Organización, Santos Cerdán, cuya dimisión le ha exigido al conocer el informe de la UCO que le implica en supuestos casos de corrupción y ha asegurado que "aunque la decepción es grande, la respuesta será siempre contundente", durante la rueda de prensa ofrecida este jueves en la sede del partido. EFE/Daniel Gonzalez
Si nos hubiesen dicho antes que los siete votos comprados al Vivales con la amnistía no eran para seguir gobernando, sino para seguir trincando, todos lo habríamos comprendido. Esas cosas se avisan, hombre, que el ansia de poder queda muy fea, en cambio, si de lo que se trata es de pillar comisiones, colocar a amiguetes (y amiguitas, claro) en buenos cargos y asegurarse de que a la familia más cercana no le falte de nada, bienvenida sea la amnistía. Habría bastado una carta de Pedro Sánchez a la ciudadanía explicando que, además de estar profundamente enamorado de su mujer -eso no puede faltar en ninguna carta presidencial, sea a la ciudadanía o a dignatarios extranjeros, para que rabien- necesitaba el apoyo del pueblo para que el partido pudiera mangonear a gusto, para dejarnos a todos tranquilos. En lugar de eso, se empeñaron en hacernos creer que su único interés era el poder por el poder, sin más. Hasta que no han empezado a a salir a la luz chanchullos, comisiones y las inefables señoritas de compañía, no hemos entendido la necesidad de la medida de gracia: sin amnistía, se terminaba el chollo. Viva la amnistía, por tanto.
Uno entiende ahora las buenas relaciones entre el PSOE (de aquí en adelante PZOO, a tenor de la diversidad de especies carroñeras que alberga en su recinto) y los herederos de Convergència (JuntsxTrincar, o como se llamen hoy), al fin y al cabo, les mueven los mismos intereses. Alcanzar el acuerdo de intercambiar votos por amnistía fue la mar de sencillo, se arreglaría a los postres de un buen ágape pagado por los contribuyentes.
- Si nos dais los votos para que el PSOE siga en el gobierno, os damos la amnistía.
- ¿Y para qué queréis el gobierno?
-Para trincar como si no hubiera un mañana.
-Nos sentimos tan identificados con vosotros, que es imposible negarnos. Esto puede ser el inicio de una gran amistad.
Hace uno años, fui uno de los 400 invitados al acto oficial de presentación de Pedro Sánchez ante la sociedad catalana, en el Liceu, hoy sigo sin entender qué pintaba yo ahí, porque fui a ver si me caía un cargo y aquí sigo, fichando cada día en la redacción. Espero que los otros 399 tuvieran más suerte, no soy envidioso. Era la época en que Sánchez aseguraba que jamás habría una amnistía para los lideres del 'procés', imaginen si hace tiempo que ni siquiera él recuerda aquella promesa. Ahora sé que lo que vino a hacer Sánchez en realidad fue a empaparse de la forma catalana de hacer política, y a fe que se ha mostrado alumno aventajado. Tan elevado es el amor que siente Pedro Sánchez por Cataluny, tanta es la admiración que le despierta esta tierra que, tomando como ejemplo a los gobiernos de CiU y de Juntsx3% (o como se llamen hoy), se propuso 'convergentizar' -disculpen la palabreja- al propio gobierno español a base de elecciones amañadas, comisiones por obra pública, familiares corruptos, gastos a cuenta de los contribuyentes y cualquier otra desvergüenza, como es ancestral tradición catalana. Y si nos pillan con las manos en la masa, la culpa es de la prensa, de los jueces, de la guardia civil, de la policía, de la oposición o de un tipo que viene a las ruedas de prensa sin estar acreditado. O mejor aún, de todos juntos, así podemos decir que se trata de un complot. También de eso tomó buena nota Sánchez. A Jordi Pujol le deben de estar cayendo por las mejillas lágrimas como puños, emocionado de ver que sus enseñanzas no cayeron en saco roto y que su legado continúa vivo. Ya dijo algún día no sé quién que hay que catalanizar España. En eso estamos. Démosle un poco más de tiempo a Sánchez y a su gobierno, que de momento van por el buen camino.
No es que quiera disculpar a nuestros queridos comisionistas, pero deberíamos ser más indulgentes con ellos. Seguro que alguno hay que entró formar parte del gobierno cargado de buenas intenciones, hasta que se dio cuenta de que, a fuerza de ser honrado, los otros le miraban como si fuese tonto. No es que uno llegue a ser un alto cargo del PSOE con el ánimo de enriquecerse, eso llega más tarde. Y en el fondo uno lo hace a desgana, solo para no parecer imbécil ante los demás.
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