Opinión | NADA ES LO QUE PARECE
Albert Sáez

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Director de EL PERIÓDICO

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Los 43 días de Sánchez y Feijóo

El president del Govern central, Pedro Sánchez, abraçant Santos Cerdán al Congrés, en una imatge d’arxiu. | JUAN CARLOS HIDALGO / EFE

El president del Govern central, Pedro Sánchez, abraçant Santos Cerdán al Congrés, en una imatge d’arxiu. | JUAN CARLOS HIDALGO / EFE

El potaje madrileño, esta vez, lleva carne. El más que anunciado informe de la UCO sobre las actividades del secretario de organización del PSOE, Santos Cerdán, ha resultado ser, efectivamente, una bomba racimo que se ha llevado por delante al último fusible que quedaba entre los sumarios judiciales en los que se investiga a José Luis Ábalos, Koldo García y Víctor Aldama y el todavía secretario general del partido y presidente del Gobierno Pedro Sánchez. El informe de la UCO levanta sospechas, basadas en grabaciones de los propios protagonistas, sobre un modelo de funcionamiento basado en el intercambio de favores políticos de todo tipo, desde votos en unas primarias a adjudicaciones en Adif, a cambio del cobro de comisiones u otro tipo de prebendas. Y todo eso no ocurría en una terminal del partido sino en su núcleo duro que todo indica que llegó a serlo precisamente por estar organizado de esa forma. De la intervención de este jueves de Sánchez en Ferraz, el momento más desafortunado es cuando vaciló por haber ganado las primarias por 17.000 votos frente a las dos papeletas que Cerdán le pidió a Koldo que duplicara. El tema es cuántas veces lo hizo Koldo. Desde que la investigación sobre el fraude de los hidrocarburos puso el foco en Koldo, el hombre que guardó los avales de Sánchez antes del asalto al PSOE, la oposición ha dado por hecho que se acabaría descubriendo una trama como la que ahora la UCO ha documentado. La cara compungida de Sánchez en su aparición de este jueves después de 43 días sin comparecer ante la prensa no compensó la fragilidad de sus argumentos: pidió "perdón" por haber confiado en Cerdán, ergo, era alguien de su confianza y con lo que sabe no necesita esperar a la justicia para perderla. O la UCO le ha convencido o no le ha explicado nada nuevo. O quizás lo único nuevo es que Cerdán también se habría podido quedar dinero para él. Todo mal.

¿Y ahora qué? El manual del sanchismo dice que el presidente resistirá una vez más y sus más acérrimos partidarios esperan a ver que conejo se sacará ahora de la chistera. ¿Una reforma integral de la cúpula del PSOE? ¿Una remodelación del Gobierno como la que se llevó por delante a Ábalos? ¿Una moción de confianza para reconstruir la mayoría de la investidura? O, simplemente, dejar pasar el tiempo para que, por ejemplo, la locura de Netanyahu en Irán aplaste a Cerdán. Veremos. Esta vez hay elementos nuevos. Entre los sumarios judiciales de este caso y Sánchez ya no parece quedar ningún fusible. Lo que haga y lo que diga Cerdán ante el juez puede apuntar directamente al presidente. Como todo secretario de organización, Santos Cerdán tiene muchos cadáveres políticos en el armario, que no son conocidos como Lambán o Ximo Puig, pero que pueden decantar el sentir general del aparato y de la militancia del PSOE respecto a Sánchez. Y tercero, todo esto suena fatal en una UE presidida por un socialista que dimitió por mucho menos que lo de Cerdán. Sánchez llevaba 43 días callado mientras Alberto Núñez Feijóo incrementaba su presión desde la oposición de manera que ni algunos de los suyos lo entendían. Ahora le coge preparado, a las puertas de un congreso que lo encumbrará y con un discurso basado en la regeneración moral. Todo el PP está deseoso de devolverle a Sánchez la moneda con la que se cargó a Rajoy y los desalojó del poder. A quien a UCO mata, a UCO muere. ¿No debería presentar la moción de censura incluso para perderla e incluso para que Vox no se la vote? Seguro que lleva 43 días pensándolo. 

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