Opinión | La Calle Nueva
Juan Cruz Ruiz

Juan Cruz Ruiz

Periodista y escritor

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Se le está haciendo la noche a la mitad de la tarde

Este es un diluvio universal que el PSOE tendrá que distribuir con la paciencia del perdedor: de momento, pedir perdón es haber perdido

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Lucía Feijoo Viera

La era de la decepción ya se ha inscrito en los muros del mundo, y España estrenó este jueves la peor de sus caras, aquella en que dan vergüenza las explicaciones sobre lo que sucede y se teme, sobre lo que se oculta y asoma.

La presencia del presidente del Gobierno, la que hizo en persona y la que hizo por dentro, es decir, la que había en su voz, tan queda, tan depauperada, tan pintada por las circunstancias, y tan despintadas por la realidad, fue de un enorme patetismo.

Se esperaba un gesto así, porque lo que sucede es tan grave como un desencuentro consigo mismo y con los suyos. Pero lo que sucede, lo que viene después de ese encuentro, su entrada en la ceremonia de los 40 años de España en Europa, así como su palabra casi adormecida, ante los periodistas, conforman una nueva era, que es también la era de su propia decepción. Refleja un cansancio de materiales y adelanta otras circunstancias que tienen más que ver con la ceremonia del fin que con el fin de la presenta ceremonia.

Al presidente, si lo que dice es lo que sabe, o le han dicho, lo han burlado los más próximos, y eso es más grave que un engaño, porque en términos reales, de la vida real, la burla ha sido contra los ciudadanos, los que lo quieren de presidente, los de aquellos que ya no lo quieren y, naturalmente, los que desde hace siglos lo quieren lejos e incluso encarcelado.

En un rato, es decir, desde las cinco y pico de la tarde de este jueves de dolor democrático, para él, para España, para su partido, para los que no se regocijan con el dolor ajeno también, se destruyeron muchos valores seguidos: el primero, el de la verdad, en un tiempo en que la verdad es como una verdura seca, y el segundo el de la credibilidad.

Son parecidas circunstancias, pero ambas tienen una diferencia: ahora la verdad es cualquier cosa, basta con que la simulen los verduleros del seudoperiodismo o de la seudopolítica. Pero cuando es tan notorio que la mentira viene del que por la mañana dijo que de eso que se decía toda era mentira, por lo que a él le concernía, es que había vocación de dolo, de destrucción de un partido y también de un presidente.

El hombre que ha puesto a Pedro Sánchez a los pies de los caballos fue el que dijo que era mentira lo que se avecinaba y, hasta que no vino el presidente a decirle que se fuera, crédulos del PSOE y quienes tuvieran la voluntad de esperar más datos vivieron una sola incertidumbre: cuándo se sabrá la verdad verdadera.

La cara del presidente trajo la verdad que debió decirle el reo, y ese trueno es ahora una madeja oscura que dejó a Pedro Sánchez, desde por la mañana, con esa voz que parecía el final de la canción triste del PSOE.

Miguel Mihura y Bagaría, que hacían en conjunto la portada de humor de 'El Sol' de los años de La República, dibujaron una vez una enorme gota de lluvia en la portada del periódico de Ortega y Gasset. En el pie de la ocurrencia, había escrito don Miguel: “Es una nueva manera de llover. Llueve una enorme gota de agua y ya no hace falta que diluvie más”. El diluvio que afrontó este jueves de pasión el presidente de los españoles durará mucho más que una viñeta.

Este es un diluvio universal que el PSOE tendrá que distribuir con la paciencia del perdedor: de momento, pedir perdón es haber perdido, aunque esa palabra, perdón, tenga tantos valores. La purga que se avanza va a chocar con lo que luego le dijo, y vaya que le dijo, Feijóo sobre el porvenir que le aguarda.

Feijóo, por cierto, cree que el porvenir ya está escrito, pero debe saber, porque así le ha pasado, que su adversario tiene arrestos para salir hasta de una tormenta como aquella del verano, cuando el líder de la oposición creía que el monte ya era su orégano. A ver qué pasa, me dije cuando acabó de hablar el líder de la oposición, que en algún momento me pareció que ya tenía el porvenir leído.

En cuanto a Pedro Sánchez, lo vi guardar el móvil al entrar en la celebración de Europa. No lo vi luego, diluido como estaba dentro de un aire que se parecía a este verso que Reguera, el gran poeta argentino, improvisó justo cuando ya le habían marcado el final de sus días: “Se me está haciendo la noche/ en la mitad de la tarde./ No quiero volverme sombra/ quiero ser luz y quedarme”.   

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