Opinión | Criptomonedas
Sonia Andolz

Sonia Andolz

Profesora asociada de la Universitat de Barcelona

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Vulnerables ante la estafas

Con las amenazas criminales hay una dificultad: quienes las investigan y analizan suelen funcionar de forma reactiva, porque los gobernantes quieren resultados inmediatos

Gonzalo Bernardos, víctima de una estafa con criptomonedas: "No la van a encontrar en internet"

Criptomonedas.

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La tecnología avanza de forma trepidante y, para la mayoría de personas, sin apenas margen para alcanzar a entenderla. Los mayores de 30 años no nacimos en un mundo digital y nos esforzamos con más gracia o torpeza por no quedarnos atrás y poder seguir el ritmo impuesto por nuestro entorno. Aplicaciones, compras online, gestiones con el banco, consultar una prueba médica o incluso seguir los deberes de los hijos son solo algunas de las miles de posibilidades que encontramos en nuestro día a día. De pedir ayuda a nuestros padres hemos pasado a preguntar a hijos y nietos y todo ello con un coste social: dejar fuera a muchos y, sobre todo, hacer sentir torpes y vulnerables a la mayoría. Es en esa vulnerabilidad donde acechan quienes siempre sacan beneficio: las redes de criminalidad. La rapidez con la que inventan, crean, preparan y actúan supera de largo la capacidad de cualquier Estado para prevenir y proteger y deja un margen demasiado amplio a la acción individual.

Esto es, precisamente, lo que ocurre con las grandes estafas cibernéticas o de criptomonedas y NFT, como la que publica hoy EL PERIÓDICO. Para atacar un problema que afecta a la sociedad es necesario diseñar tres fases: la previsión, la prevención y la gestión. Es en la primera fase en la que este tipo de amenazas supone una mayor dificultad. “La previsión es difícil pero la prevención es necesaria”. Por ello, dedicamos esfuerzos de investigadores y expertos a prever posibles amenazas: valorar y medir la posibilidad y probabilidad de que algo ocurra. Crisis naturales, económicas, sanitarias o alimentarias, son solo algunos ejemplos. Con las amenazas criminales, sin embargo, añadimos una dificultad: quienes las investigan y analizan suelen funcionar de forma reactiva –cuando algo ya ha pasado– porque los gobernantes quieren resultados inmediatos. Dedicamos menos recursos a la previsión que a la prevención olvidando que la mente humana es creativa, también la de los criminales. Quizás en este sentido las nuevas herramientas de inteligencia artificial podrán generar algoritmos que piensen en posibles nuevos tipos de criminalidad pero, de momento, las personas que investigan y analizan no pueden 'adivinar' qué harán otras personas.

Volvamos a las estafas en criptomonedas. Habrá entre los lectores quien sepa perfectamente de qué hablamos y quien desconozca siquiera la palabra. Y, probablemente, la mayoría conocemos unas nociones básicas de qué son y cómo funcionan y poco más. Ahí recae la vulnerabilidad: no tenemos conocimiento y nos rodean de estímulos por distintas vías que nos dicen que hay quien se enriquece con esto. Carecemos de cultura financiera y tecnológica así que, si le pones unas caras famosas que te aseguran que es fiable, ya tienes el combo ganador. Una estafa con miles de afectados que, por desconocimiento o buena fe, y algo de avaricia, creyeron que hacían una buena inversión.

Las administraciones no pueden prever todos los tipos de estafas, pero lo que sí pueden hacer (y hacen) es prevención, es decir, informar y advertir para que no caigamos en la trampa. Individualmente debemos procurar informarnos y protegernos pero, en última instancia, las administraciones deben reforzar los mecanismos para evitar que el daño se haga e invertir en tener una sociedad con más conocimiento financiero y tecnológico que será, al final, una sociedad más fuerte y protegida.